miércoles, 26 de septiembre de 2007

Pienso en alto

En un par de horas me voy a Zaragoza, al IX Congreso Nacional de la Abogacía (aquí) con una mezcla de sentimientos un poco peculiar, aunque acostumbrada en mi: por un lado me apetece mucho, porque volveré a ver a mis buenos amigos (estos) –de hecho, anoche organicé en la distancia una cena para hoy, con la inestimable ayuda de Enrique, aborigen aragonés– después de unos meses sobreviviendo con el teléfono, el mail y el messenger; pero por otra parte me fastidia dejar el despacho, moverme, dejar cosas por hacer y zascandilear hasta el fin de semana… En fin, me sacudiré la pereza.
Supongo que es el precio que hay que pagar por ser el presidente de la agrupación de jóvenes abogados y querer meterme en todos los fregaos. Menos mal que en diciembre se me acaba el mandato y he anunciado que lo dejaré. Además –ahora que recuerdo– antes del verano, varios compañeros tuvimos la osadía de presentar una comunicación a una de las ponencias (La libertad de expresión del abogado en el ejercicio del derecho de defensa) cuya lectura recomiendo vivamente como relajante muscular e inductor al más profundo de los sueños (aquí, pág. 76 y ss., si tenéis valor). Su sola mención me ha hecho temblar, porque al parecer tengo que defender las conclusiones que planteábamos ante los asistentes a la ponencia: un público bastante selecto, compuesto en su mayoría por miembros de juntas de gobierno de colegios de abogados… Unos quinientos.
Me atiborraré a adoquines dulces, que dicen que dan valor.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Bici, berrea y solomillo

Bien, pues es lunes. Y como todos los lunes, lo cierto es que solo puedo hablar de una cosa medianamente interesante: los kilómetros de bici que disfruté ayer. Cuando llegamos al coche de vuelta, mi cuenta kilómetros marcaba 36’800; atrás habíamos dejado más de 20 kilómetros de subida (solo subida, en mi vida he subido tanto), arces, robles, canchales, pendientes imposibles y pedregosas y un paisaje fresco y verde que se abría al Valle de Alcudia.
Y ¿qué más? Pues riachuelos y bajadas vertiginosas y ciervos-berreantes-en-celo y ciervas salvajemente hermosas y expectantes y corzos risueños y buitres allá arriba en el cielo… Y sufrimiento, pues Darío lo pasó mal, muy mal; le dio una pájara y acabó remolcado por Jorge. Y Encarna, la cocinera, la madre, la dueña de la Casa Rural Las Eras que nos hizo un solomillo que nos quitó las penas y nos conjuró para volver y subir hasta el vértice geodésico –mil y pico metros–, al que no llegamos en esta ocasión…

martes, 18 de septiembre de 2007

Apuntes sobre ese perfecto desconocido

Mis clientes tienen desde hoy un extraño en casa: su propio hijo, al que tienen que descubrir poco a poco. –Enrique, es que no te conozco, decía su madre al salir… Pues no, señora, no tiene ni idea de quien es su hijo.
Bien, vayamos por partes: le asisto en la fiscalía de menores por lo que todos creíamos que era una cosa menor: “vaciló a una barrendera y le detuvo la policía” tenía apuntado en el expediente después de las explicaciones de los padres; además no tiene antecedentes, me decía su madre, así que no le puede pasar nada, porque a la hija de fulanita le dijeron que si tal y cual...
Miré al muchacho. Se miró con atención las Puma no sé qué de color azul metalizado.
Malo, pensé.
Eché un vistazo a las actuaciones. El niño en cuestión tiene diecisiete años y un completo historial en este último año: robos con fuerza, hurtos en Zara, peleas de borrachos de botellón y –como colofón– una agresión a un árbitro… Enrique era una perla en bruto y sus padres no lo sabían.
Y ahora ¿cómo les explico yo que su hijo es un delincuente?
Miré a Enrique con el expediente en la mano.
Hoy ha caído un mito en Ciudad Real.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Una sonrisa

Llegaba tarde, así que es probable que llevara mala cara. Apenas un par de pasos de cebra y un semáforo me separaban del juzgado. Para variar el semáforo estaba en rojo. Sudoroso y contrariado me quedé en la acera. Al lado se detuvo una madre con un carrito y un niño pequeño, que no paraba de moverse y forcejear con las correas del carro.
– Estáte quieto, que te vas a caer, le dijo la madre.
El niño se quedó quieto, pensativo.
– Pero, si me caigo ¿tú me recogerás, verdad?
La madre se mordió el labio y miró al cielo y yo me olvidé de la prisa que tenía.

jueves, 6 de septiembre de 2007

No más lágrimas en la lluvia (Premio)

Inexplicablemente, Marta y Pedro me han galardonado con el premio “Thinking Blogger Award”, por intentar enseñar cosas de esta profesión que me ha elegido y que saca lo mejor y lo peor de mi mismo. Excuso decir que me tomado la nominación como si fuera la del “Príncipe de Asturias” o el Nobel de la Paz, porque es bastante humano eso de alegrarse de que se acuerden de ti… Es un defectillo tan humano, que incluso inquietaba a aquel increíble replicante Nexus con ansias de vivir (“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”). Tan humano, que ni me avergüenzo de decirlo: me gustó lo del premio y os lo agradezco de veras.

Al parecer las bases del concurso establecen que cada nominado debe nominar a su vez a otros cinco; ahí van:
- El primero, sin duda, se va a Pedro [Peter] de Miguel, que este verano decidió dejarnos. Cuántas cosas nos ha enseñado. Creo que vale a título póstumo.
- Después pienso en el Cuaderno de Vísperas, de Carlos y desde una isla del Atlántico. Su blog es un lugar de descanso en el que disfrutar de buenas historias bien contadas. A veces soy tan sigiloso que no dejo rastro, pero siempre le visito.
- Otro blog que se lo merece es el de Javi (o J. o El Canódromo). Es bueno. No te deja indiferente, porque es un artista y los artistas están para sacudirnos del adormecimiento aburguesado general.
- No puedo dejarme fuera a Álvaro Matía, el cántabro, el periodista, el viajero, escritor y, últimamente, el sufridor de troskistas recalcitrantes, que día a día nos muestra que eso de Disciplina, esfuerzo y trabajo es el lema de su vida.
- Y, como no podía ser de otra manera, uno de los award debe ir al Pianista. A veces dudo si es mejor su blog o los comentarios que hace en los de los demás; en el fondo se esconde un hombre inquieto que necesita moverse porque si no se anquilosa: el equipo ciclista alternativo, el viaje a París (pasando por el Serengueti), las diatribas con los anarquistas que se pasean por su güep, su amor por Pink Floid y, ahora, el libro-blog con las aventuras de no sé qué… Por eso y por mucho más, se lo merece.

Me dejo fuera a muchos; unos porque no me caben –solo cinco, decían las instrucciones– y otros porque ya lo han recibido (algún listo se me ha adelantado): Compostela, Marta, María, Altea, Ricardo, Lazy blog y otros tantos... No me lo toméis a mal, pero es que la dictadura de los números me obliga a elegir.
Por cierto, los nominados deben nominar a otros cinco (insisto, solo a cinco), enlazarles y poner la imagen del premio (esto último es opcional, pero recomendable porque viste mucho).

sábado, 1 de septiembre de 2007

Bilbao (II): 280.

280, son los kilómetros que marca el cuenta kilómetros de mi bici al volver de Bilbao. No es mucho, no nos engañemos; no lo es, porque así –me he convencido a mi mismo– tengo excusa para volver.
Recomiendo especialmente las rutas que han elaborado los de BTT Euskadi para visitar la reserva natural de Urdaibai. Hay algunas un poco técnicas –sobre todo si no para de llover, que en Bilbao es marca de la casa– pero merecen la pena. Me he llegado a convencer de la existencia de las ninfas (ya enseñaré alguna foto) al descubrir algunos rincones mágicos.

Aquí me veis en el bosque pintado de Ibarrola (en la valle de Oma). Aproveché el único rayo de sol para imortalizar la escena con el movil.

Al comer, nos sentimos mirados. Comimos en silencio. Solos Julio, las bicis, el aire entre los pinos y yo. Buscaba la palabra que definiera la sensación y me la prestó Julio: telúrica. El bosque, la tierra, todo estaba vivo.

Y por las noches, Aste Nagusia. Fuegos artificiales y conciertos (este creo que es el de Nena Daconte: me aburri como una ostra).

Y las txosnas: un poco cutres por cierto. Y los paseos por la ria, esquivando macrobotellones, también un poco cutres... Sí, de noche, echaba un poco de menos la montaña.