martes, 27 de noviembre de 2012

Insanamente cuerdo

Felipe enloqueció. Lo supiera o no, por sus venas corría un elemento químico de menos que, de cuando en cuando, le convertía en otra persona. Una mañana de enero se levantó con los ojos inyectados en sangre, se vistió un calzoncillo de Spiderman, envolvió su cuerpo en plástico de envolver y se anudó un pañuelo amarillo en la cabeza. Ya era otro. Estaba preparado. Llovía a mares, pero a Felipe le daba igual (a decir verdad, le daba todo igual). Cogió una sartén y salió por el pueblo a sembrar el caos y la destrucción, como el Barón Ashler, buscando una justicia que el mundo no le daba. Al cabo del día la lista de fechorías incluía un allanamiento de morada, el hurto de unos cojines del Barça, destrozos varios, lunas rotas, una docena de vehículos con arañazos y abolladuras diversas, amenazas de muerte, condenación eterna y desastres de futuro varios… Cuando la Guardia Civil llegó a su casa le encontró bailando una danza india (sic. del atestado) y gritando que ya había llegado el momento, que se estaba comunicando con su planeta. Al cabo de dos horas, unos señores de blanco le dijeron ven, le metieron en una furgoneta y lo encerraron en el psiquiátrico de donde salió para el juicio.
Como él no recordaba nada, desfiló la mitad del pueblo para contar lo que habían visto y oído, mientras la juez, la fiscal y yo aguantábamos la risa. El forense vino a dar un poco de cordura a aquella locura, al decir que Felipe era inimputable, porque estaba más allá que para acá. Lo llamó trastorno paranoide y nos explicó –con paciencia infinita– que en las fases agudas, Felipe no sabía distinguir entre realidad y fantasía: sus pesadillas se hacían realidad, caminaban por la calle y le hacían la vida imposible. 
Felipe, sentado en el banquillo, flotando entre los vapores de la medicación, nos miraba –pobres mortales– compadeciéndose de nosotros, los humanos con los pies en el suelo, facturas e hipotecas por pagar, tristemente cuerdos.
(Ahí va un temita de The Cat Empire, que me hace sonreir)