Un día alguien del
Centro de la Mujer de Almagro tuvo la magnífica idea de sacar un folleto llamado
“Recursos para ti” en el que ofrecer información y ayuda para las mujeres maltratadas
“por parte de sus maridos o compañeros” o para las que están en situación de riesgo. Tuvo la idea y lo hizo. Y añadió las razones por las que no había que acudir a los abogados del turno de oficio especializados en violencia de género:
“abogados no especialistas y poco concienciados con el tema”. Hay que jorobarse.
Me repito despacio: no especialistas y poco concienciados con el
tema. Me hace pensar. Me pregunto cómo será la cara –el verdadero rostro– de la persona que hizo el folleto y diseñó su contenido. ¿Qué sabrá ella? ¿Conocerá con exactitud los requisitos que el Colegio de Abogados exige para entrar en ese turno específico? ¿Qué sabrá de los dos años de Escuela de Práctica Jurídica, de los tres de ejercicio y de la prueba de capacitación profesional que deberá superar para formar parte de ese selecto turno? ¿Tendrá idea del curso de especialización y de los cursos de reciclaje que debe superar el letrado que pretenda prestar sus servicios en “violencia de género”?
Parece ser que son mucho mejores las abogadas de no sé qué asociación especializada que tiene un convenio con la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y que
dicen prestar un servicio gratuito (¡letradas que, por cierto, pertenecen al turno especial de violencia de género de mi colegio de abogados! ¡El colmo!). Parece ser que hay que justificar la subvención millonaria y que la mejor manera de hacerlo es engañar a las mujeres que sufren la lacra del maltrato con intereses sucios y partidistas. Parece ser que la demagogia y la mentira es la mejor manera de imponerse.
"No especializados y por concienciados con el tema": demagogia en estado puro, publicidad barata, estalinismo de aficionado, intereses podridos y partidistas...
Política, otra vez. No dejo de sorprenderme porque no me puedo creer que la patética política se meta en los sentimientos de quien sufre, como burro en chatarrería. No me lo puedo creer. No, no me callo, no puedo hacerlo: soy abogado del turno de oficio desde hace ya unos cuantos años. No pertenezco al turno de violencia de género, pero me he hartado de combatir contra los letrados que sí están y sé que lo hacen mejor que las mujeres juristas de no sé qué asociación. Sé que los compañeros del turno son independientes, que no obedecen a directrices de no sé muy bien quién, que cobran malamente por un trabajo técnicamente perfecto y que defienden a las mujeres maltratadas como si fuera el único asunto que tienen. Lo sé porque lo he visto, porque lo veo a diario.
Es injusto, es patético, es demagógico y huele a podrido que ese
“alguien” de aquel centro de la mujer (dependiente orgánicamente del Instituto de la Mujer de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha) insulte a mis compañeros. Porque me insulta a mi y al colegio y a todos los colegiados. Por eso no hay que extrañarse de que reaccionemos duramente. Y que lleguemos hasta el final.
Y sí, estoy enfadado.
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