El atajo. Hay gente que se empeña en vivir más deprisa que los demás y se dedica a tomar atajos para llegar antes a no sé donde. El martes me fui a asistir al juzgado de violencia doméstica a una muchacha –guapa, joven y de buena familia– que, al cabo de dos años, había dejado de soportar a su novio y sus desprecios y sus golpes y sus celos y sus insultos... Mi cliente –antes de los dieciocho– había dejado de estudiar y trabajó para poder emanciparse y largarse con su novio, como así hizo. Hasta el martes, que su familia me llamó por teléfono desde el juzgado..
–Néstor, yo le amaba, me dijo. Sí, pero el amor tiene sus plazos y no admite atajos, si es amor verdadero. –Y lo tuyo, le dije, era un amor de garabato. Y ahora te encuentro llena de zarzas y hortigas y con la duda de si no habría sido mejor seguir por el camino normal.
PD: anoche veo la entrevista del periodista con el político. Me llama la atención que busque un atajo para no enfrentarse a una situación verdaderamente complicada. En fin, así es la vida.
4 comentarios:
Es complicado eso de los atajos: la mayoría de las veces no deparan cosas buenas o al menos, no tanto como si cogemos el camino "largo". Ya sabemos lo que le ocurrió a Caperucita...
¡Qué bien enganchados ambos relatos, Néstor! Fenomenal...
Me gusta este blog. Sí señor
Acabo de ver mi link en tu blog... Correspondo con otro...
Gracias por entrar, ver y comentar.
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