jueves, 7 de mayo de 2015

¡Ah, de la fama!

Como ya sabéis los amigos, en abril del año pasado me incorporé a la oficina de Madrid del despacho de AntoniaMagdaleno, una magnífica abogada rodeada de magníficos colaboradores y desde entonces mi vida ha dado varias vueltas de tuerca. El día a día familiar y profesional en la capital es definitivamente otra cosa. Ahora juego –como me decís muchos– en otra liga y se nota en pequeños detalles como este que os dejo más abajo.
Resulta que ahora mi nombre y mi firma aparecen de allá para cuando en medios nacionales, diciendo cosas más serias de que las que solía decir aquí.
Ahí os dejo el artículo y el link, por si queréis clickar.
Aunque las promesas de los hombres son más bien vagas, debéis creerme cuando os digo que seguiré escribiendo por aquí, porque si antes mi vida estaba llena de momentos apasionantes, ahora la cosa se ha triplicado.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Volveré



He dejado de escribir. Lo sé y me apena, porque me gustaba poner por acá las cosas que me pasaban. Miro el año 2013 y solo descubro una entrada –damn it!– y me hago el propósito de que no volverá a pasar; que igual el año 2014 me pongo las pilas y escribo al menos un par de cosillas más. Además veo el blogs de la gente en la que me miraba y siguen ahí, fértiles como el campo en primavera (en la de verdad, no en esta que nos han robado de pronto).
Total, que escribo ahora para amenazar, como Terminator: I’ll be back...
 

martes, 26 de febrero de 2013

A mi mujer


Veneno. Veneno en mis venas y en las tuyas. Dulce veneno, deliciosa mordedura de serpiente venenosa. Bebedizo, pócima, brujería maravillosa y antigua. Así vivimos tú y yo cada día, respirando a bocanadas del mismo veneno, consumiendo cada día como si fuera el primero y el último.
Y ahora, de súbito, casi sin darnos cuenta, una fruta maravillosa de ese precioso veneno nos ha trastornado. El veneno, la sonrisa de Dios Que Vive con Vida Propia, se adueña de cada uno de nuestros pensamientos, del futuro del minuto siguiente y del domingo que vendrá. El veneno –me dices– bebe ahora de mi y los dos de él.
Y sonríe.
Da patadas.
Se mueve en un burbujeo de vida propia cargado de expectativas.
Nos despierta, nos hace sonreir, nos da un futuro más allá del que nunca imaginamos y que ahora vale la pena solo por él.
Y allá, en la lejanía, el horizonte de seguir bebiendo de tu veneno dulce del que nos alimentarás a todos.