lunes, 25 de mayo de 2009

Drama, vendedores de humo y sálvese quien pueda

Corría desesperadamente el segundo día de las XXVIII Jornadas de Escuelas de Práctica Jurídica cuando Alicia me sorprendió recostado en un sillón, hablando por teléfono.
¿Qué tal? ¿Qué te está pareciendo esto?
Hum… Pues si quieres que te diga la verdad, estoy un poco decepcionado.
Y lo estaba entonces y lo estoy ahora, porque había ido a Almería con dos inquietudes y algunas preguntas sobre el reglamento de la Ley de Acceso a la Profesión y los convenios con la universidad… Y hoy, de vuelta a casa, sigo como al principio, en el punto de partida. Aunque, pensándolo bien, no es del todo cierto. Hemos trabajado, resuelto cosas, hablado sobre Bolonia y los problemas de la universidad. Nos hemos empapado de algunos dramas (propios y ajenos), hemos oído a vendedores de humo y sobre todo he visto a gente que se deja la vida por su escuela, por su colegio, por dar buena formación a sus colegiados, a los abogados del futuro y del presente. Guerra de guerrillas, pistoleros que hacen la guerra por su cuenta porque nadie de arriba dice nada; compañeros que hacen las cosas muy bien y de los que he aprendido mucho (porque me queda mucho por aprender).
Pero también volví a ver a amigos de siempre: Mayte –la recién elegida presidenta de la Confederación Española de Abogados Jóvenes– Esther y Juanfran, que me confesó que me había sometido a un férreo espionaje a través de mi blog para ver qué decía de la ejecutiva de CEAJ. Y a los de siempre se han unido otros: Juan, Antonio, Olga y Eduardo y Alicia, la de ojos azules y mirada inteligente y afilada.
Al terminar de cenar, el último día, volvía canturreando con Los Secretos: gracias por elegirme, por cuidarme tanto y por no irte
Hum… ¿Lo dices en serio?
Pues claro.



[Y, aunque no dije nada, pensé –ya de vuelta– en aquello que cantan los Dashboard Confesional: vindicated/I am selfish, I am wrong/I am right, I swear I'm right/Swear I knew it all along/And I am/Flawed/But I am cleaning up so well/I am seeing in me now/The things you swore you saw yourself]

domingo, 17 de mayo de 2009

Alarcos

Antes que una batalla fue una ciudad, allá por el primer milenio. Ahora es una calle, un nombre de mujer, una imagen de la Virgen y una ermita. Sí, una ermita: un lugar fresco que huele a flor donde sentarse a descansar, respirar la luz y despejar la incógnita. Y pedir milagros y rezar.

jueves, 14 de mayo de 2009

El sueño del inocente

Ella ve monstruos. Tiene miedo. Por eso mira a la vida como un animalillo herido y camina encogida, esperando el golpe fatal que terminará con ella. Pero el golpe no llega. Hace unos meses su marido cerró la puerta y se marchó de casa. Solo llama para amenazarla, para decirle que un día volverá. Tiene ojos de cervatillo herido y llora cuando recuerda al hombre al que quería.
Quiere llevarse a los niños, ¿sabes?
No lo hará, le digo.
¿Por qué lo sabes?
Y pienso en decirle que conozco demasiado el corazón de los hombres cobardes, como el de su marido; corazones tan anodinos que son incapaces de la crueldad que anuncian. Pienso en decirle que no tiene nada qué temer, que nadie se llevará a sus hijos y que puede dormir tranquila. Pero no se lo digo porque no me escuchará, porque quiere soluciones rápidas a inquietudes actuales.
Está bien, cambia la cerradura, le digo.
Y me mira aliviada, como si le hubiera descubierto la solución a todos sus problemas. Su hijo, desde el carrito, me mira con los ojos como platos. La miro. Acabo de matar una pesadilla.
Les despido. Les dejo en el ascensor y cierro la puerta. Apoyo la espalda y cruzo los brazos. Me pongo a escuchar: “ahora mamá va a llamar a Antonio y nos van a poner una llave nueva y le daremos una copia a los Reyes Magos, para que no tengan que entrar por la ventana.”
Cinco años de carrera y diez de profesión y mi consejo es que cambie la cerradura.
Que funcione, rezo.

lunes, 11 de mayo de 2009

No mentirás

Jean Valjean se esconde de su pasado y del inspector Javert. Tras diecinueve años como el preso 24601 ha logrado rehacer su vida: es el alcalde de una pequeña localidad y director de una fábrica con cientos de trabajadores a su cargo. Pero Javert no olvida y le persigue porque ha incumplido la libertad condicional. En su furia ha detenido a un hombre inocente, al confundirle con Valjean.
Enterado, Valjean debe decidir si habla o si se calla, entre la verdad y la mentira. Condenar a otro o a uno mismo. Must I lie? Lo que está bien o lo que está mal.
If I speak, I am condemned. If I stay silence, I am damned. ¿Quién soy yo? ¿Puedo condenar a este hombre a la esclavitud? Who am I?
Acabo de salir de un juicio. ¿Quién soy yo? Salgo inquieto. Los testigos y el abogado contrario han usado la mentira. ¿Debí hacerlo yo? ¿Debí hacerlo para ganar? Can I conceal myself for evermore? Pero, ¿quién soy yo? ¿Puedo olvidarme del hombre que he sido? ¿Podré mirarme al espejo mañana? ¿Debo mentir?
Who am I?
¡No! I’m Jean Valjean!
No lo haré. ¡No lo he hecho y nadie me puedo obligar a hacerlo!
Los miserables no mentimos y miramos a la vida a la cara.
Y no nos arrepentimos.
Así somos.

jueves, 7 de mayo de 2009

De lo cortés y lo valiente

El juez me cortó, secamente. Me interrumpió de forma tajante, amenazando con retirarme la palabra si mantenía el tono de mi interrogatorio. Le contesté con dureza, porque no hay nada que me moleste tanto como que me interrumpan. Le dije que si hubiera intervenido advirtiendo al demandado de que debía contestar a mis preguntas, no habría usado ese tono que tanto le había molestado. Cruzamos algunas otras frases –erre que erre– defendiendo nuestro orgullo. Fuimos francamente descorteses el uno con el otro.
Al terminar el juicio –largo, técnico y embrollado– me levanté y me acerqué al juez: nos dimos la mano, le pregunté por la familia, le recordé que le debo un café y compartimos algunos detalles técnicos sobre la bicicleta. Nos echamos unas risas y nos despedimos con un hasta luego.
Mi cliente me estaba esperando en la puerta, con los ojos desencajados.
–Pero, después de lo que os habéis dicho…
–Sí, supongo que es sorprendente... Ten en cuenta que durante el juicio yo soy tú y defiendo tus intereses como lo harías tú mismo. Pero al terminar vuelvo a ser yo; y yo no tengo ningún problema con este juez.