Bien, pues es lunes. Y como todos los lunes, lo cierto es que solo puedo hablar de una cosa medianamente interesante: los kilómetros de bici que disfruté ayer. Cuando llegamos al coche de vuelta, mi cuenta kilómetros marcaba 36’800; atrás habíamos dejado más de 20 kilómetros de subida (solo subida, en mi vida he subido tanto), arces, robles, canchales, pendientes imposibles y pedregosas y un paisaje fresco y verde que se abría al Valle de Alcudia.
Y ¿qué más? Pues riachuelos y bajadas vertiginosas y ciervos-berreantes-en-celo y ciervas salvajemente hermosas y expectantes y corzos risueños y buitres allá arriba en el cielo… Y sufrimiento, pues Darío lo pasó mal, muy mal; le dio una pájara y acabó remolcado por Jorge. Y Encarna, la cocinera, la madre, la dueña de la Casa Rural Las Eras que nos hizo un solomillo que nos quitó las penas y nos conjuró para volver y subir hasta el vértice geodésico –mil y pico metros–, al que no llegamos en esta ocasión…
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12 comentarios:
¡Qué bonito el valle de Alcudia! Sobre todo en primavera.
Pero...¿no eras tú el que has ganado la Vuelta Ciclista a España?
Más o menos has hecho los mismo kilómetros que ellos...
Un saludo, Nestor
uy.... qué envidia ese solomillo... si se que al final de esa carrera me esperaba semejante premio... igual y aguanto!! jejeje
Mira tú, María, que iba a decir lo mismo... ¡¡Qué par de tragonas estamos hechas!!
Qué rico el solomillo. Y merecido. Seguro.
Yo habría optado por la pájara como Darío o sin ir más lejos Beloki.
Qué bonito, sí, Arp.
Ja, ja, ja... No Álvaro, ese era mi primo, el de Zumosol (y menos cachondeitos, que mi trabajo me cuesta llegar arriba).
Marta y María: cuando logremos poner en marcha el equipo ciclista del Pianista (qué rima más mala) os prometo un final de etapa y posterior comida en este lugar.
Además, Futuro Bloguero, es que la carne es de sus propios bichos... Madre mia, cómo estaba el solomillo.
¡Viva el deporte hispanico, con solomillo al final!
Treinta y seis kilómetros en bicicleta (más de veinte de subida). Qué cansado me quedo después de leer esto. Una preguntita, estas palizas dominicales ¿son para rematar el cansancio de la semana que termina o para empezar reventado la que llega? Qué estrés, Señor, treinta y seis kilómetros...
Bromas aparte, me parece muy sano hacer ejercicio y "volver" a la naturaleza.
Esto lo he leido en otro sitio, jajaja. Gracias. Hoy te recomiendo en mi blog. Por cierto, ayer fue cuando comi con nuestro amigo y le di tus recuerdos, igualmente dijo. Ya sabes.
Joçe, Néstor, ¿no tuviste fuerzas ni para poner el diafragma a punto? Aunqie eso son cosas mías, o sea, del pleistoceno, que las camarillas modernas no tienen ¿no? Bueno, sea, como sea, ¡viva los paseos en bici!!!
Por cierto nuestro quipos cilcista comerá sólo espaguetis heridos, no sea que nos acusen de doparnos. Eso si, ríos de pacharán!!!
Pero Altea, en realidad la bici es una excusa para probar las carnes de la provincia (es que con el bálsamo de Fierabrás no me llega). Me duele que me desenmarcares, pero en fin.
Je, je... Carlos, durante la semana lo que se me cansa es la paciencia y la cabeza (por este orden); y el fin de semana les pongo en stanby y on the rocks dándome unas palizas de aupa.
Muchas gracias por todo Ángel. Te he contestado en tu casa, para que quede constancia.
Ah, Pianista, es que puestos a reducir gramos de pesaje, me dejo la cámara en casa y me llevo el móvil.
Vale, no te vacilo más si la próxima vez compartes el solomillo...jeje
Un saludo
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