10.15 am.
El juez nos advirtió hasta que nos aburrimos que la decisión sobre la guarda y custodia la tendrían los hijos. Estaban viviendo con la madre desde que su esposo salió de la vivienda, así que no tenía nada que temer. Así fue: los niños con su madre. El resto del juicio nos dedicamos a tirarnos los trastos a la cabeza, a calcular ingresos y gastos, pensiones de alimentos y demagogias baratas. Qué pena. Qué delgada es la linea en el amor de algunos matrimonios y qué escasa es la paciencia de algunos jueces.
No quiero adelantar el fallo, me dijo el juez, pero ya le adelanto que al hijo mayor de edad no voy a concederle pensión de alimentos alguna.
Pues ya me ha adelantado el fallo y además creo que se equivoca, dije; y si me deja, le explicaré por qué. Lo cierto es que empezaba a estar un poco harto de tanta interrupción.
Salí de allí manifiestamente enfadado, así que busqué a alguien con quien hablar un rato y tomarme un café antes de irme corriendo al otro juicio.
13.00 pm.
El juez, la fiscal y dos abogados tratábamos de conocer la verdad sobre lo ocurrido con un intento de atropello que yo sostenía que no había existido. Era el último juicio de la mañana y todos estábamos muy cansados. Yo también, así que cuando el juez me interrumpió solté el bolígrafo sobre la mesa, levanté la mano y le dije muy serio que podía declarar improcedente la pregunta, pero no advertirme sobre las cosas que podía o no preguntar, porque atentaba directamente contra el derecho de defensa de mi cliente. Pareció convencerse, porque no volvió a interrumpirme. Estaba muy enfadado.
Al terminar el juicio le di la mano, como siempre: oiga, que usted hace su trabajo y me parece bien, así que no se enfade. Mire, le dije, esto es como el fútbol: lo que sucede en el campo en el campo se queda. Vale, me dijo.
18.00 pm.
Por la tarde estaba cansado, muy cansado. Tenía la cabeza en otra cosa y había olvidado una cita que tenía. Llegué a la Catedral animado por la conversación de un compañero. Había quedado con D. Antonio, un cura con el que soy de capaz de hablar en el mismo idioma. No tiene miedo a hablar de la ilustración, de Kant y de Dios, de decirme las cosas claras y de ponerme metas que incluso yo podría proponerme. Es bueno, muy bueno.
20.30 pm
¿Dónde estás? Vente para el Cuarenta Vinos, que estamos tomándonos unas cervecillas.
Hum… Vale: pedidme una, fresquita y con mucho alcohol.
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16 comentarios:
jo! qué día!!
yo he llegao' ahora del mío ...
Me cansé, juro que de leer me cansé... Pero eso de que "lo que sucede en la cancha en la cancha se queda"..., mmm...
fantastica la naturalidad, as always, con que nos cuentas tus andanzas venturas y desventuras en la sala de togados...
Abrazo
¿Y mis cervezas? Yo también tengo novedades. Un abrazo.
¿Quién es Kant? ¿Y Dios? Al único qu econozco es al Cuarenta Vinos ese. ¡Viva la vuelta al cole!
Mi recorrido de ayer fue bastante similar. Once horas de pseudo-infierno y alcancé las estrellas en apenas unos minutos. Y ahí me quedé: desde las cañas, los pinchos, el fútbol y el basket hasta que ha sonado el despertador esta mañana :)
Vuestra profesión no os merece.
Brindo porque esa cerveza estuviese helada y supiese a fuego.
Tómatelo con calma. Sólo es trabajo.
Me ha gustado eso que dices "lo que sucede en el campo en el campo se queda".
Ja, ja, ja... ROSALÍA, mucho ánimo con el tuyo.
PATZARELLA, no sé cómo tomarme eso de que te cansas leyéndome... Hum... ¿Tan mal escribo, ja, ja, ja?
Ya sabes, FUTURO BLOGUERO, que la naturalidad es marca de la casa y me temo que no sabría cambiarla.
ÁNGEL, me acuerdo de ti. Ya me contarás, eso sí, con una cerveceja en la mano (o varias, claro).
RAMÓN, Kant juega en el Olimpyque y Dios es el Creador del Universo... Igual te suenan, ja, ja, ja... Eso de que te suena el 40 Vinos tengo que comprobarlo. Te llamaré.
Uf, MARTA, pues me agobia de pensar cómo serán tus recorridos... ¡Once horas! Madre mía... Si es que esto no es vida.
PIANISTA, eso mismo digo yo: con lo bueno que yo era jugando al fútbol, ¿cómo puede ser que el Madrid no me fichara?
DULCINEA, es solo trabajo, pero el trabajo -el mío al menos- es vida; vida de muchos y mi propia vida. Es difícil abstraerse.
A veces la realidad es la parada más atestada de nuestra estación. Algunas ocasiones se vuelve densa, excesívamente cargada. Por eso es bueno de vez en cuando bajarse antes o después, pero no siempre.
Bienvenido amigo. Te echaba de menos.
Un abrazo enorme.
Quizás puedas encontrar un minuto para remitirme las fotografías prometidas.
Bueno, con tu rodilla de cartón-piedra, pues no se yo... De todos modos, mira, tanto chaval majete cque acaba en plan Guti, pues no se yo...
Estoy deseando que mi hijo segundo, Rafael, que está empezando en tu profesión tenga días tan apasionantes, aunque con problemas, como el tuyo que describes pues ama el Derecho.
Saludos
Insisto Letrado. Si no consigues distanciarte un poco, no podrás implicarte del todo.
Que el trabajo sea vida y afecte a terceros, exige precisamente un sano distanciamiento.
Desde ayer... más bien ¡estrellada, jaja!
Posiblemente las cervecitas te supieron mejor después de semejante día.
El día de un letrado:)
Un salu2
Luisa
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