domingo, 28 de noviembre de 2010

Gen. 4, 7

—¿No lo comprende? –gritó–. La traducción popular americana ordena a los hombres triunfar sobre el pecado, y llamáis al pecado ignorancia. La versión del rey Jacobo contiene una promesa en “tú le dominarás”, queriendo significar que los hombres triunfarán seguramente sobre el pecado. Pero la palabra hebrea, timshel, o sea, “tú podrás”, permite escoger. Acaso sea la palabra más importante del mundo, pues da a enteder que el camino está abierto y plantea este acuciante problema: si dice “tú podrás”, también es cierto que podría decir “tú no podrás” ¿No lo comprende?
Pensé en ello mientras avanzaba la fría madrugada y cerraba Al este del Edén. Puedes ser lo que quieras ser, porque la vida no está escrita en ningún libro; y si lo está, nadie lo conoce, así que tanto da. Timshel. Tú podrás dominar al pecado. Es la enseñanza católica original. Da igual la sangre que corra por tus venas, qué viste de pequeño o cómo fuiste educado, porque podrás cambiar las cosas, tu vida y la de los demás. Caín lo hizo.

8 comentarios:

Néstor dijo...

Y sin embargo una cretina analfabeta sostiene que los denunciados por delitos de maltrato serán privados de la guarda y custodia, porque piensa que no hay solución para el caído. No hablo de política, hablo de presunción de inocencia. Hablo del objetivo resocializador de la pena, de la prisión en su caso. Hablo de la nueva izquierda demagógica y feminista ocupada por los mismos tolerantes que pretenden la cadena perpetua y la pena de muerte.

Dulcinea dijo...

Al cien por cien de acuerdo con el texto de tu entrada. Es el principio fundamental que orienta mi trabajo diario. Su futuro está en sus manos, no en su pasado.

También del todo de acuerdo con tu comentario. Lo malo es que además de ser cretinos, tienen poder.

Néstor dijo...

El futuro está por venir y por construir, DULCI, pero hay gente que cree que una decisión puede quebrarnos para siempre, que no hay redención.

Anónimo dijo...

Un tema complicado, porque el que maltrata a la esposa, ¿lo hace también con los hijos? Y, además, la negación de la custodia ¿es permanente? Sólo sé que no sé nada, pero te mando un saludo, que ya hacía tiempo que no pasaba por aqui.
Besos.

maria jesus dijo...

La cosa es más complicada ¿no? ¿Basta denunciar o se tiene que demostrar que hay maltrato? En el caso de que se demuestre ¿Se le quita la custodia para siempre o hasta que se rehabilite?.

Néstor dijo...

PARSIMONIA y MARÍA JESÚS, yo cada día sé menos de todo y, en especial, de derecho. Lo que anunció la ministra es que el "cónyugue" (sic) "incluso" (sic, aunque entiendo que querría decir "incurso") en un procedimiento penal se le privaría de la guarda y custodia de sus hijos. Es decir, un hombre (porque nunca se habla de mujeres) denunciado por su esposa, antes de ser juzgado, durante la instrucción del procedimiento (que, dicho sea de paso, puede terminar en absolución) se verá privado de sus hijos. Dudo mucho que eso solucione ningún problema. Si el padre ha maltratado a los hijos, se le impondrá una orden de alejamiento; pero privarle de sus hijos me parece manifiestamente injusto. A mi juicio es, como muchas otras medidas en este ámbito, electoralista e inútil. Además de demostrar algo más profundo, como la desconfianza marxista en el hombre, en el individuo.

Nodisparenalpianista dijo...

La libertad (o sea, la posibilidad de escoger, que es la otra cara de la responsabilidad) es nuestro bien más preciado.
Yo se lo explicaría a la ministrilla, peor me temo que la mataría del derrame cerebral que le provocaría tratar de entender seis palabras seguidas. Y encima es mala como los de su camada.

Los hombres somos una mayoría -es decir, no minoría- perseguida. Pero ni eso se puede decir.

Dulcinea dijo...

¿Y qué pasa con las denuncias falsas? ¿Qué ocurre cuando se demuestra que no hubo maltrato, o no hubo abuso?

Nada. Mejor dicho, sí que pasa. Que el buen nombre no se recupera y los daños morales ahí quedan. Para siempre bajo la sombra del runrún, de la sospecha.

Debería existir una medida muy severa para aquellas mujeres que amparandose en su sexo, denuncian injustamente a sus maridos.

Y contemplar también -y difundir cifras- de los malostratos y abusos que se dan entre parejas del mismo sexo, que existen, pese al silencio ominoso y cómplice de la plataforma gay-lesbiana.