viernes, 14 de enero de 2011

Pintor que pintas con amor...

Un juicio, el acto oral del juicio, es como un gran lienzo en blanco en el que se van repartiendo brochazos. A veces las cosas salen exactamente como te habías propuesto, hasta en los más mínimos detalles. Otras no. En ocasiones entras con tus pinceles dispuesto a pintar La rendición de Breda y terminas saliendo con un Pollock como un frontón. Nihilismo, caos absoluto, cosas del directo.
Un muy buen abogado me dijo una vez que había que preparar cada juicio dos veces, la segunda como si fueras el abogado contrario; encuentra el fallo antes que el contrario y entonces adelántate y busca la solución, me decía. A veces lo hago.
Yo sabía que la abogada contraria era peligrosa, así que sistematicé mi juicio todo lo que pude. Tres son las cuestiones que debemos resolver hoy, dije, y bla, bla, bla... La compañera garabeteaba rápidamente en sus papeles dándose cuenta de que había evitado dos cuestiones. No me miró para no delatarse, pero lanzó su artillería dialéctica. No moví una ceja, impasible el ademán. Comenzó el interrogatorio de mi cliente y la abogada se fue descomponiendo con sus respuestas. Sonreí al ver que el juez anotaba lo que me interesaba. Las lanzas, Breda al fondo. Bien, esto marcha. Tres preguntas más y se repetirá. Se repitió, tratando de doblegar a mi cliente, buscando el recoveco, pero el juez le llamó la atención por primera vez. A la tercera desistió: no hay más preguntas.
Llegó su testigo. Muy malo. Se adelantaba a sus preguntas, era demasiado violento. Está preparado y se le nota mucho, me dije. Apenas le hice tres preguntas, la última –¿se ha leído vd. la demanda, verdad?– le descalificó: ¡por supuesto!, contestó.
Al salir, el testigo me acompañó hasta el coche, pidiéndome explicaciones a gritos. A veces me gusta cabrear a la gente. ¿Sabe una cosa?, le dije, ha metido la pata. Y conduje sonriendo hasta casa.


Os dejo con una buena canción de Modest Mouse, Bukowski

7 comentarios:

Milkus Maximus dijo...

Oh, el placer de diseccionar a un contrario sin derramar una gota de sangre. Hace mucho que no lo experimento ;)

Néstor dijo...

Jajaja... Dicho así, suena un poco violento.

Dulcinea dijo...

¿Cómo que un Pollock como un frontón? ¿qué pasa con Pollock? A mí me encanta.

Dulcinea dijo...

Me encanta que vapulees a otros abogados; pero mejor si noqueas a los jueces, total para lo que sirven...

Néstor dijo...

DULCI, Pollock mola mucho, pero es aterrador a veces, dramático, violento, embarullado. A eso me refiero. Intentas dar pinceladas finas y de pronto te sale un brochazo pollokiano. Dar caña a los jueces, aquí al menos, es bien difícil: un día sí y otro también tienes que vértelas con los mismos y no vale la pena encabronarse con nadie.

Paco Becerro dijo...

Hola Néstor, tanto tiempo sin pasar, que aún no te he felicitado el año 11.

Un fuerte abrazo

Néstor dijo...

PEREZOSOOOOO, no he dejado de entrar a tu blog, aunque el maldito suflé no me sale ni a tiros. Será el horno (digo, para que no dudes de mi capacidad con los fogones).