lunes, 9 de julio de 2007

¿Por qué luchamos?

–Pero, ¿cómo puedes defender a gente así? Era mi hermano, al teléfono, el martes por la noche. Me pilló saliendo de comisaría, tras asistir a Fernando, un joven yesaire acusado de agresión sexual (violación, para los ajenos); me preguntó de dónde venía y cometí el error de explicárselo.
Trataré de ahorrar las sucias peculiaridades del asunto, pero las cosas no pintaban bien porque la agredida había reconocido al agresor al día siguiente, tomando café con churros en un bar. Llamó a la policía y el resto es fácilmente imaginable…
El miércoles me sorprendió el amanecer asomado a la ventana, convencido de que Fernando era inocente. En un papel había apuntado –durante toda una larga noche– dos o tres cosillas que me traían intranquilo: “color ojos”, “tatuaje”, “heridas”, “pedir ADN del pantalón”, “uñas-arañazos”, “venganza”. Había escaneado durante la noche la prueba de que disponíamos –bien poca, por cierto, pero suficiente– y creía firmemente que Fernando tenía coartada suficiente, que era inocente.
Apenas unas horas después estaba en el juzgado interrogando violentamente a la agredida: contestó muy bien (es periodista y con tablas), pero dudó y cayó en las trampas que le había tendido; entonces surgió en mi cabeza la idea de la venganza, del montaje, de la conspiración: Ana había visto perfectamente a Fernando (a todo él), pero no supo decirme el color de sus ojos (azules, muy azules), ni el pendiente con forma de tornillo con el que se atravesaba una oreja, ni un tatuaje con cuatro signos chinos que adornaban su antebrazo izquierdo. Ana se había defendido, pero Fernando no tenía arañazos de ningún tipo. Ana había sido arrojada al suelo, pero no tenía ni el más mínimo rasguño… Ana había mentido; o se había confundido de persona.
El resto fue coser y cantar: los testigos que llevamos dijeron que Fernando estaba en su casa a la hora de la violación (a una hora y media en coche del lugar de marras): le habían visto, hablado por teléfono, cortado el pelo y revisado las encías...
Que ¿cómo puedo defender a esta gente? Defiendo a inocentes, porque lo son hasta que no se demuestra lo contrario. Fernando había sido condenado por los convencionalismos sociales, pero la verdad se impuso. Ahora esperamos el auto de archivo.
Defiendo a esa gente porque es mi trabajo, porque luchamos por defender al cliente, por lo justo, para que no se imponga la ley de la selva, la venganza… De hacer justicia ya se encarga el juez.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Néstor, me encanta que cuentes estas historias. Por lo bien que lo haces, eso lo primero. Y después, porque son de "mi cuerda", por lo que aprendemos, porque nos ayudan a quitarnos los prejuicios y a creer que hay personas buenas, sinceras, inocentes aunque puedan no parecerlo a priori. Y por muchas otras razones pero no me cabrían todas ¡jaja!

Ajedrez dijo...

Mmmmm... no quiero pensar que Ana mintió y culpó a Fernando por venganza... yo no inventaría una cosa así por Dios! pero hay gente para todo y de todo hay en el mundo... igual se confundió de persona o algo... Una cosa Néstor, y si conforme vas descubriendo pruebas, y esas pruebas van demostrando que esa persona es culpable... que harías? >.<

Saludos =)

Anónimo dijo...

Espero que Ana tenga también un buen abogado. Y, siguiendo a ajedrez, me pregunto: ¿se trata sólo de defender a inocentes o de defender los derechos que tienen también los culpables?

hna. josefina dijo...

¡Hola!
No te conocía. Te encontré en aquí estamos.
Muy bueno tu blog. ¡Volverés!
Perdoná mi ignorancia: ¿Qué es yesaire? ¡Gracias!

Altea dijo...

Por eso yo no habría podido ejercer la abogacía. Lo primero, en cuanto a conocimientos y preparación, creo que no tiene nada que envidiar a una ingeniería. Y segundo, hay veces que a uno le toca defender lo indefendible, y eso... buf!

Anónimo dijo...

Me imaginé que esta entrada traería cola; veamos, Ajedrez: si conforme avanzara la instrucción de los hechos, crecieran las pruebas que inculpan a mi cliente de forma que no pudiera defender su inocencia, trataría -es mi obligación- de minorar las consecuencias. Buscaría atenuantes o eximentes: alcoholismo, drogadicción, grave necesidad, legítima defensa o cualquier otra que permitiera explicar el delito cometido (un robo cometido por alguien que no tiene qué llevarse a la boca, por ejemplo)...
Carlos lo ha explicado mucho mejor: los "culpables" (nadie lo es hasta que no se le condena en sentencia firme) tienen derechos que deben ser defendidos.
Hna. Josefina, bienvenida sea. Yesaire o yesero: se dedica a enyesar o echar yeso.
Altea, eso es lo bonito de la abogacía, que te pone al límite de conocimientos y técnica... Y además, como los médicos, trabajas con seres humanos que se juegan su honra, hacienda o libertad. No obstante y por tus inquietudes, deberías empezar a hacer derecho...

Anónimo dijo...

Por cierto, Marta, gracias mil por los halagos, "eso lo primero". Trato de contar las cosas buenas, porque malas también hay... Y hay gente mala, muy mala, cretinos y gente que solo piensan en hacer daño a los demás... Pero esos, me los dejo en el tintero.

Ángel dijo...

Es que vemos muchas pelis y series en la tele... la vida real, nada como la vida real para aprander

Altea dijo...

¡Gracias por el enlace! Acabo de verlo.

Álvaro dijo...

Para que luego digan que los abogados no tienen corazoncito....

Da gusto leerte. Un abrazo

patzarella dijo...

Mira que esto me hace pensar en los medios de comunicación. Mientras tu estás "estudiando el caso" y afirmas que es inocente hasta que no se demuestre lo contrario..., los MCS pueden echarlo todo a perder. Digamos que un periodicazo y aquella persona es culpable, no importa si hay pruebas o no. Y luego la opinión pública no perdona...

Por eso creo que los casos deberían llevarse en absoluta discreción hasta que se resulevan.

saludos,

Nodisparenalpianista dijo...

Qué interesante. Se me plantean unas cuantas preguntas. La cosa no se si es defender a a alguien que consideras culpable, sino defender a alguien que crees culpable. Supongo que el gran dilema es saber que puedes beneficiar por encima de lo legítimo (no legal, que de eso no tendgo ni idea) a alguien que no lo merece. Claro, quién dice qué es lo que se merece cada uno. Interesante.

Anónimo dijo...

Los jueces no hacen justicia, aplican la Ley.

Anónimo dijo...

En efecto, Mayandra, razón no te falta. Nuestra legislación prevé que el juez es "esclavo de la ley" y por tanto debe administrar justicia aplicando esas leyes. Te sorprendería no obstante la capacidad de algunos para legislar nuevas soluciones por vía de la llamada jusrisprudencia. Te sorprendería.
POD: bienvenida, por cierto. Invitada estás a intervenir, que me parece que tienes mucho que decir.