Lo más llamativo –que no lo mejor– del Grand Happening del pasado 28 de julio fue el premio Limón que concedimos al juez de violencia doméstica de Ciudad Real. No vino a recogerlo (tenía cena, al parecer) así que tuve que hacer encaje de bolillos para que la gente no abucheara. Les conté la verdad; que me había sorprendido la actitud del juez por dos cosas: la primera, porque se sonrió y la segunda, porque reaccionó bien. –Me hace pensar –me dijo– y creo que tendré que cambiar mi actitud; es obvio que solo puedo mejorar.
Asombro. Nadie se lo esperaba. No de él. Se hizo cierto silencio en El Guridi; me había ganado a la audiencia para lo que vendría después: el premio Naranja a Frutos Monteagudo.
Frutos es policía nacional. Llegó al juzgado de menores de Ciudad Real hace ahora quince años con el fin de proteger al juez, secretaria y funcionarios de los ardores juveniles de los menores expedientados y el martes 31 de julio se jubiló. Frutos es una persona excepcional, preocupado por los demás, pendiente de los detalles… Es, en definitiva, un buen amigo. Se lo dije al entregarle el premio y se emocionó. Le dije también que era una suerte haberle conocido, que le envidiaba porque podría contar a sus nietos que él fue una persona querida en su trabajo y luego enseñarles el premio Naranja (un poco desvaído con los años) y decirles que, al final de su vida laboral, habían valido la pena todos y cada uno de los días pasados en el juzgado. Te echaremos de menos, Frutos, vaya que sí. Se emocionó, recogió el premio, dijo cuatro palabras entrecortadas, se abrazó a su mujer y nos hicimos las fotos de rigor.
Y luego a por la barra libre como corsarios sedientos de sangre y ron. Aparecieron Elena, Javier, Ramón y otros tantos que venían de cenar fuera –muac, muac, abrazos, ¿llegamos a tiempo?, pues no mucho pero qué más da– y comenzó la exaltación de la amistad. Al primer canto regional, me voy zumbando, me dije. Óscar exultaba, Santi pretendió colarme una reunión al día siguiente pero me zafé, Paula me sugirió que me dedicara a la política, no sé quien me gritó que teníamos que organizar otra vez una cata de vinos y ¡zas! de improviso el "a la Mancha manchega..." Fiel a mi palabra puse pies en polvorosa, tras los saludos de rigor. Me contaron que la cosa terminó al amanecer así que no me equivoqué yéndome prontito (al día siguiente tenía guardia del turno de oficio y debía estar fresco).
PD: he determinado que las vacaciones son una cuestión de actitud, porque sigo en el despacho trabajando, pero de vacaciones. No sé si será bueno. Me lo haré mirar.
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8 comentarios:
¡¡Es malo seguro; háztelo mirar, jaja!! Se parece a lo de que "lo importante no es ganar sino participar": vale, participemos pero si ganamos, mejor. Y la actitud, perfecta pero si nos tumbamos a la bartola, ¡¡el paraíso, jaja!!
En serio, DESCANSA y deja a la neurona unos días en blanco...
Qué una gozada cuando en un juzgado se encuentra a gente como Frutos: no hay cosa que más se agradezca que dar con alguien que no sólo está dispuesto a cumplir con su trabajo -que ya es difícil- sino a sonreir, ayudar... y hacer la vida más fácil a los demás.
No obstante mañana cierro el despacho y no vuelvo a pisarlo hasta el 3 de septiembre...
Lo excepcional -la excepción, lamento decirlo- es encontrar un funcionario "excepcional".
Sí, a esa excepción me refería.
¡¡Que tengas unas vacaciones fenomenales!! ((pero si puedes, no cierres el blog hasta el 3 de septiembre ¿¿eh??)).
Descansa Néstor, descansa
La Toña se acuerda del viejo Pirata
Gracias, gracias... Haré lo posible por descansar, Ángel, pero me llevo la bici. Al menos descansaré la cabeza.
Marta, me voy mañana, pero te aseguro que trataré de escribir algo este verano: vida e insólitas aventuras de un joven (lo de abogado lo dejo para septiembre).
Mil gracias Ricardo por cumplir el encargo. No te imaginas como echo en falta esos días en la selva.
Enhorabuena a Frutos, y no sé que decirte a tí. Creo que es bueno que tomes vacaciones. Saber desconectar ayuda a entregarse al máximo cuando vuelves a estar en "activo".
Comparto -desde la administración de la Comunidad de Madrid- lo infrecuente de funcionarios cuyo trabajo sea de calidad. Son (somos) algo excepcional.
No hay mucha gente que venga a trabajar, por amor a "lo público". Desde que estudiaba la carrera de derecho me atrajo más lo publico que lo privado. Hoy puedo decir con orgullo que soy un buen funcionario, con mis premios y reconocimientos, especialmente los que me llegan de las ciudadanas a quienes dedico mi tiempo y actividad.
Pero tienes toda la razón. Somos pocos.
Y la fama del funcionario perro y vago es totalmente justificada. Y desde luego que lamento decirlo yo también.
Un abrazo Néstor. Y relaja la neurona y la tendrás más en forma a tu vuelta. La bici, no sé, temprano que luego hace mucho calor...
Blogero, no te imaginas lo que me alegra lo que dices. Conozco buenos trabajadores en la función pública, pero son -como dije antes- los menos. En la administración de justicias abundan por el contrario los chapuzas y despreocupados, inconscientes que obvian que de su trabajo depende la hacienda, el honor o la libertad de los ciudadanos (gente que con sus impuestos, les pagan el sueldo). Por eso me alegra lo que me dices y te animo de corazón a que sigas así, porque dignificas la res publica.
PD: si te quedan vacaciones y las has cogido, descansa igualmente.
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