jueves, 17 de julio de 2008

El interrogatorio

Lo peor de todo –lo que me sacó de quicio– es que me miró desafiante. No lo debió hacer, pero lo hizo. Entró en sala sonriendo, se puso delante del micrófono y me miró con media sonrisa en la boca. Lo cierto es que no las tenía todas conmigo, pero tenía que defender a mi cliente. Para eso estaba allí. Pero ya que estoy, te voy a borrar esa sonrisa de cretino, me dije.
Cuando me tocó el turno, le descargué toda la artillería, hasta que comenzó a ponerse nervioso. A los diez minutos sudaba. Le sonreí. El cuello de la camiseta le molestaba, se miraba a los pies y paseaba la lengua por los labios de forma compulsiva. Lanzó una evasiva. Error, pensé. Le ruego que me conteste a lo que le he preguntado, le dije. Cuando terminé con él, ya no sonreía. Se sentó al fondo, con sus compañeros. Me miró detenidamente y le devolví mi mejor mirada y mi mejor sonrisa.
Entró el segundo de los testigos. Era grandote y fuerte. Le miré desde estrados. Es primario, pensé, a este le saco todo. Me equivoqué. Se defendió bien y no pude sacarle lo que quería sacarle. Solo se puso nervioso cuando le pregunté quién era el superior jerárquico.
Bien, no ha ido tan mal, pensé, mientras buscaba las preguntas al siguiente de los testigos. Entró. Era joven, pequeño y con cara de listo. No estaba asustado. Este será difícil, pensé, es calculador. Contestó bien a la primera pregunta. Se le veía seguro. Le miré y me tomé mi tiempo. Plan B, dije. Le dediqué el mejor de mis movimientos: mientras me quitaba las gafas le pregunté serio, despacio, como si fuera tonto, “oiga, ¿vd. era el oficial al mando de la operación, verdad?” Dudó y se miró los pies. ¡Zas! Había ganado la iniciativa, así que el resto del interrogatorio fue detrás de mí, con la lengua fuera, poniendo parches a las preguntas que le llovían.
El cuarto testigo parecía avispado, pero venía en pantalón de deporte y zapatillas de correr la maratón de Nueva York. Le miré directamente a las zapatillas: unas Nike rojas, con una válvula de no sé qué que se aprieta y te ajusta los pies dentro. Me miró y se dio cuenta del error, así que trató de esconder los pies en el escalón de los estrados, entre los cables del micrófono. Cuando me tocó preguntarle le miré a la cara, me quité las gafas, bajé la vista hasta las zapatillas e hice un mohín de sorpresa, hasta tres veces. Logré ponerle nervioso y contestó irritado consigo mismo, por haber venido disfrazado de atleta...
Salí contento, pero frustrado: no ganaría. Al llegar al despacho, con un bocata del Manolo y una Coca-cola bajo el brazo, sonreía amargamente. A salvo de miradas indiscretas, en el ascensor, canté y bailé: “could I act like you, and put a smile on my face. Not even for a second, would I lie to myself. Too many things are missing, and there's a tear in my eye. It's not a question or an answer, but it will change your mind”. Creo que no ganaré el juicio. “Na na na na na na na na na na na na na na na na”.

30 comentarios:

Er Tato dijo...

No sé si ganarás el juicio, pero te lo pasaste pipa, macho.

Muy bien escrito, Néstor. Frases cortas, ritmo, velocidad y mala leche. Lo mejor de la novela negra. Ya te dije que ahí hay madera de cuentista. En el buen sentido del término.

Un abrazo

Libi dijo...

ganar no ganarás, pero que bien te lo pasas... j ijijijijjjijjjjiiiii...-,-.,.--.-.,
.-,-..-

Anónimo dijo...

Algo parecido me ocurrió a mí ayer, pero yo, que soy una letrada más "blandita", no me ensañé y, desde luego, no me divertí nada, ni un poquito. Salí enfadadísima... En cualquier caso, tampoco tengo tanto arte para relatarlo. Me queda mucho que aprender.

Ya vememos si ganamos...

Néstor dijo...

Eso es cierto, TATO, me lo pasé en grande. Y mi cliente salió contento, porque había repartido leña... Pero no me gusta. Me gusta ganar. Siempre.
DAKY, ya te digo: me divertí mucho en los interrogatorios. Lástima que no sirva para nada.
UNA CHOQUERA, no te creo. No conozco ninguna letrada "blandita". Quizá no te salieron las cosas como querías o no te dejaron hacer sangre, pero no creo que levantaras el pie del acelerador solo porque eres blanda. ¿Te conozco, por cierto?

alejops dijo...

Estar ahí debe de ser como estar en el Congreso, qué tensión.
Me encanta ver que estés tan apasionado con tu trabajo. Sé de abogados a los que me apetecería decirles lo del anuncio de All Bran, o como se escriba.

Myriam dijo...

Me parto, Néstor, ¡Que imagen!, cantando y bailando en un ascensor con un bocata y una Coca-cola.

Muy bien relatado elnterrogatorio.

Te vas superando en cada historia.

Anónimo dijo...

Cierto, no soy tan blandita, y algo de sangre procuré hacer, pero como no llevaba razón y lo sabía (además, ya me lo advirtió el Sr. Fical), pues no sale una contenta. A todos nos gusta ganar (también yo tengo mal perder)

Levantar el pie del acelerador... NUNCA!! El estrado es punto de no retorno.

Por cierto, creo que no nos conocemos. Qué intriga, ¿no? jejeje.

María dijo...

jo nestor, esque tu curro da para una peli!!!. Es apasionante!. No se si ganaras o no, pero tu trabajo lo haces requetebién!. Y..... me he dado cuenta de que en tu relato las protagonistas son las gafas.... tienes que enseñar a usarlas como arma letal, asi, como haces tu!

Anónimo dijo...

Bueno, el talante agresivo me recuerda al que utilizaba el juez Juan del Olmo con los acusados del 11M.
Algo más suave, pero ahí, ahí :D.
¿Quién sabe? A lo mejor los aplastas, sobre todo si pusieras la música de fondo.
Un beso.

Dulcinea dijo...

Estoy con ER TATO. Ahí tienes material de novela negra.

Aunque me cuesta imaginarte con mala milk. En bermudas si, y ligando con toooodo el juzgado también, pero siendo malote no.

el aguaó dijo...

Una descripción sorprendente de lo ocurrido en el juicio.

Ganes o no, te ha dado para una gran entrada. Y encima lo pasaste bien...

Un abrazo.

Nodisparenalpianista dijo...

Eso, eso. Apuraste muy bien y estoy con Tato y dulci, pero, ¿se hizo justicia?

Dulcinea dijo...

Hombre, si los abogados bailan en los ascensores con un bocata en una mano y una cocacola en la otra, me temo que la justicia está un poco p'allá, Pianista.

Dulcinea dijo...

Hombre, si los abogados bailan en los ascensores con un bocata en una mano y una cocacola en la otra, me temo que la justicia está un poco p'allá, Pianista.

Altea dijo...

O sea, que lo de quitarse las gafas tiene un poder arrrrrebatador, por lo visto. :-)
Oye, superbien lo del primer individuo. Me ponen a cien los graciosillos displicentes con complejo de superioridad. Buena estocada. Por lo menos la oreja.

Néstor dijo...

Lo cierto, ALEJOPS, es que siempre me pongo un poco nervioso. Notas la tensión, la adrenalina saliendo por las orejas, el pulso acelerado... Y me gusta, sí.
Siempre que puedo lo hago MYRIAM. Y como bailo muy mal (sobre todo con la toga en un brazo y un bocata, cocacola, expediente y llaves en el otro) suelo esconderme en los ascensores , ja, ja, ja...
UNA CHOQUERA, lo sabía, lo sabía y lo sabía... Todo es cuestión de técnica, así que date tiempo. Conozco un tiburón del norte que cree que nunca será buena en sala y se equivoca; como tú.
Ah, MARÍA, el secreto está en la muñeca y en el giro de la cabeza... Si se queda enganchada la patilla en la oreja o pones un dedo en el cristal puedes provocar un desastre. Bien hecho, es rompedor. No sé si a tí te servirá. Pero no te preocupes, con uno de esos suizos en la mesa, prometo darte unas lecciones, juas, juas...
SOBORO, Bermúdez no me cae nada, pero que nada bien... Maltrató a los imputados, testigos y profesionales y además se forró con un libro. Con música no, pero como me dejen, un día de estos me marco un twist y lo flipan.
No, DULCINEA, no te debe costar imaginarme de mala leche. La tengo y mucha. Me temo que viene de familia.
Ah, LUISA, el contrario era la fiscal... No me salió mal, pero creo que no ganaré... Espero al menos alguna que otra atenuante y que la juez se apiade de mi y de mi cliente (este domingo vuelvo a la montaña y al chuletón y piscina).
AGUAÓ, si os ha gustado, al menos he cumplido con mi parte al escribiroslo... Si además gano, tenéis una ronda pagada en Ciudad Real (y unos bailes también).
PIANISTA, ¿qué es la justicia? Yo no la persigo. No me contratan para ello. Me pagan para defender a mis clientes, no para lograr una sentencia justa. Y creo que te he contestado...
DULCINEA, ¿no me digas que tú -oh reina del swing- no bailas en las escaleras del insti?
ALTEA, al primer testigo le saqué las dos orejas y el rabo, ja, ja, ja... Y, sí, mis gafas tienen un poder arrebatador, juas, juas.

Libi dijo...

esto.... que ahora que lo pienso.... no se yo si eso del bocata y la lata de refresco tiene mucho glamour......

Dulcinea dijo...

Si, Dakyuska, porque nuestro pijo letrado lleva la toga de Dior, según contó un día. El es todo glamour hasta cuando choriza mercancia en el Mercadona; igual que el Pianista.

Pues sí, Wilso, bailo en el insti. Una vez -incauta de mí- les pedí a unos caribeños que me enseñaran a bailar como ellos. Mis lumbares ya nunca más volvieron a su sitio. Los chicos me decían "¿Pero qué hases, profe? así como tú te mueves es más difísil" Nos reimos como locos.

Nodisparenalpianista dijo...

Jeje, Néstor, me has contestado, pero no me has respondido. Buena salida, abogado!!

Atiza dijo...

Lo mejor lo del ascensor. Claro que el de las Nike, tiene su aquel.

Javi dijo...

Néstor!!!
Me he hecho un cacharro de estos
Saludos!

J. dijo...

Envidio al escritor que puede contarlo, pero no al abogado que lo vive. Duro.

Néstor dijo...

Ay, DAKY, el glamour algunos lo llevamos dentro. Nada, ni un mal bocata de jamón puede privarnos de ese peculiar permufe, ja, ja...
Madre mía, DULCI bailando salsa... Esto va a ser titular en la Bulla.
PIANISTA, es que uno es así de esquivo, juas, juas... Me alegro que te des por contestado.
A TIZA Y TAL, lo del ascensor son momentos especiales... Pse, es que soy así.
JAVI, espero que esto del blog se te de mejor que bajar trialeras, ja, ja...
J., no te creas. Me lo pasé bien. Además, he de reconocer que hacer sala me encanta (es lo que más me gusta).

Dulcinea dijo...

¿De verdad cantabas ese aria en el ascensor? La acabo de poner aa toda pastilla y en el Toboso me ha dicho -"Pero Dulcinea, ¿qué es eso?"
-"Nada, un documento de un abogado", he contestado.

Anónimo dijo...

En verdad, entiendo a J. El común de los mortales opina que los abogados somos, por decirlo de modo suave, poco menos que malas personas, porque nos toca defender lo que no tiene defensa bajo parámetros puramente morales.

Cierto que a veces (sólo a veces) se hace duro y cuesta arriba, pero la mayor parte del tiempo es fantástico, incluso defendiendo lo indefendible. Nada mejor para liberar adrenalina que ponerse una toga y subirse al estrado. Reconozco que también a mí es la parte que más me gusta de esta profesión.

Néstor, no soy blandita y me queda mucho por aprender, como ya he dicho, claro que, suelo llevar lentillas, así que no practico mucho el manejo de las gafas, que por lo visto da para tanto como el lenguaje del abanico. Tendré que practicar...

Desde luego, avisa cuando vengas por tierras sureñas, que yo me apunto de público. Un espectáculo que no hay que perderse, parece.

Myriam dijo...

Néstor, si eres capaz de bailar medianamente bien, con el bocata, las llaves, la toga y el expediente, creo que tienes un gran futuro en el circo del sol:)

Dulcinea dijo...

¿Pa cuando entrada nueva, topletrado?
¿O esperas que nos presentemos todos en Ciudad Real para darte una serenata al pie de la ventana de tu despacho? Cuando tú estés dentro, of course.

Libi dijo...

No fastidies Dulcinea, con el calor que hace.....

Myriam dijo...

Dulcinea no es buena idea lo de la serenata, que luego baila y la liamos. :)

¡Otra entrada!, ¡otra entrada!

Libi dijo...

No pidais tanto que actualice que si no, va ser peor.... entre Green Day, los croasanes (o como se escriba) y Dior; no va a haber quien lo aguante
jijijiji