viernes, 23 de enero de 2009

La inevitable insatisfacción

Salí de la sala, despedí a mis clientes y me fui pasillo adelante, aún con la toga puesta. Aún con dudas. Pensativo. Miré fuera y, sin quererlo, me metí dentro. Los pleitos de tierras en una tierra como esta tienen una importancia capital. Aquí la gente mata por un puñado de metros cuadrados, por unas olivas, por un tractor que se mete donde no le llaman, por una servidumbre de paso que alguien quiere imponer. Aquí la tierra es sangre: la sangre de la familia, de los abuelos y de los hijos de mis hijos. Y la sangre arde y en el incendio carboniza familias, amistades, matrimonios, pueblos...
Salgo con la sensación de que me he olvidado algo, pero no me preocupa, porque siempre acabo igual. Al fondo del pasillo un abogado y buen amigo esperaba para entrar a su juicio. Me conoce bien y me aconseja mejor, así que no me costó detenerme. La conversación se fue animando y se unieron varios compañeros, para aliviar los nervios o el hastío de la espera. Risas, chistes, sucesos diversos, quejas: minutos de relajo antes bucear en la seriedad del foro. ¿A qué juicio vienes? Al de las once y media. Ah, ¿por quién? Por los conejos. Oye, si no es indiscreción, ¿cómo vas a defender que tus conejos se han comido la cosecha? Nada más fácil: los conejos solo obedecen a sus instintos, ¿verdad? Sí, supongo que sí. Bien, así que los animales solo hacen aquello para lo que están creados, para aquello que les manda la naturaleza: ¿vas a demandar a Dios, entonces? ¿Vamos tú y yo a dar cozes contra el aguijón? ¿No se preocupa Dios de los lirios del campo y vas a inquietarte tú por unas cosechas de nada? ¿Te suena el litisconsorcio pasivo necesario?
Volví al despacho riéndome. Y aún lo hago con el recuerdo.

8 comentarios:

Pat Lawriter dijo...

Pues cálcula las costas que nos cascaría el abogado de Dios si nos ganara...

La insatisfacción, la inseguridad, se me olvidó algo... no lo dije, no era así, me quedé en blanco... qué diver...

Mucho ánimo, todos los días, y buen descanso este finde.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me recuerda todo a la película "El último viaje del juez Feng", donde una familia se peleaba porque un cerdo había desenterrado y se había comido los restos enterrados de la familia.

Dulcinea dijo...

Qué cosas más raras os pasan en provincias, je, je, je,

Oye, pero de los animales responden sus dueños, ¿no?

María dijo...

pues serán chistes de abogados... jejejeje

Néstor dijo...

Ja, ja, ja... PARSIMONIA, ¡las costas deben ser divinas! Tus deseos sobre mi descanso se han cumplido con creces, muchas gracias.
PARSIMONIA, no he visto la peli pero no tiene mala pinta. ¿Todo bien? Seguro.
DULCINEA, de los animales responden sus dueños... Pero, ¿de los animales salvajes que campan a sus anchas sin más dueño que su propio instinto? ¿Ein?
Ja, ja, ja... MARÍA, me temo en efecto que los abogados tenemos un humor muy raro cuanto nos hablamos para nosotros.

Pat Lawriter dijo...

Me alegro de verdad. El descanso es tan importante... ayssss...

rossy dijo...

pues nada, pide responsabilidad civil a Dios, a ver si cuela ...

Saludos.

Myriam dijo...

Ja ja que buena salida letrado y dificil de rebatir :)