Sostenía la previsión meteorológica que hoy llovería mucho, que las rachas de viento alcanzarían los 75 km/h y que la temperatura no subiría por encima de los ocho grados centígrados; y sin embargo salimos en bici. Medio adormilado, aterido de frío, lleno de dudas y con el estómago lleno, comencé a pedalear de camino al Parque de Gasset, al encuentro de los del Séptimo Piñón. Aún no llovía. Hemos perdido estilo, pensé, al ver bolsas de plástico arrastradas por el viento, en lugar de los matojos del “far west”. Una ciudad dormida y solitaria se merece matojos mecidos por el viento.
Hola, buenas.
¡Hola! ¿Qué tal?
Qué majos, pensé.
Has visto que tocaba Pinos Altos y no te has resistido, ¿verdad?
Hum… Verdad verdadera.
Poco a poco, de uno en uno, fueron llegando compañeros, disfrazados de guerra callejera, valientes y sin miedo a lo que nos pudiera caer del cielo. Después de los típicos diez minutos de cortesía pusimos rumbo a la sierra de Pinos Altos, un lugar increíble y recóndito al que me escapo siempre que tengo más de cuatro horas por delante. Es verde, húmedo, oloroso, salvaje, peligroso, radical… Al riesgo de la lluvia se unió uno más peligroso: el cazador. El cazador es un tipo curioso que habitualmente lleva una escopeta y siempre la razón, quizá porque lleva escopeta. No cabe discutir con él: siempre tiene la razón. Y como últimamente evito a los que siempre tienen la razón, hoy no podía ser una excepción. Dimos un rodeo para llegar al lugar al que queríamos llegar: un camino lleno de piedras, de subida tensa, constante y progresiva al final de la cual hay una curva –mítica, como las del Alpe D’Huez– que pocos superan, por la pendiente, la grava suelta y los surcos que deja el agua.
Después de la última parada me había quedado el último, así que pasé con aire adolescente de suficiencia a media docena de ciclistas antes de llegar a La Curva. Marta se me puso a rueda y afrontamos el último tramo. Unos metros por delante Vicente subía con esfuerzo, marcándome la trazada ideal. Empecé a pasar calor. Comenzó a llover. Ahora me caerá un rayo, pensé. Pero no cayó. Las pulsaciones rozaban los 185, así que eché toda la tranca (plato pequeño y piñón grande) y apreté los dientes. A mitad de curva comencé a bendecir el piñón 34-11 que me había puesto Mario el viernes. Esos dos dientes son, sin duda, el mejor amigo del hombre.
Arriba la lluvia arreció. Nos tapamos como pudimos y comimos algo (barritas energéticas, plátanos, chocolate, magdalenas, mazapanes que han sobrevivido a la Navidad…). Comenzó la vuelta con una bajada y un rodeo para llegar a la senda de las abejas. Subida, bajada, llano, más subida y una bajada tremenda en la que me lancé a tumba abierta, saltando como un ciervo, contento de estar vivo, entero, mojado y encima de la bici. Llegué el primero a la carretera y me tocó esperar, mientras el frío se me colaba hasta petrificarme el ánimo. La vuelta me costó mucho. Intenté tirar, pero las piernas –como la esposa afligida– comenzaron a echarme en cara los desaires acumulados en la última semana y, especialmente, en los últimos minutos. Otra vez al límite, pensé. Cuatro grados; empapado y tembloroso, traté de calentarme un poco moviendo mucho las piernas, pero el frío había llegado a los huesos. Tocaba pasarlo mal. Al llegar a Las Casas me puse a rueda de Vicente, pero pronto me dejó atrás. Busqué la comodidad en los veinte kilómetros por hora, viendo como me pasaba todo el mundo. Ay, el orgullo.
He llegado a casa empapado, embarrado y con los pies y las manos chorreantes y adormecidas. Ducha, agua caliente, jabón, más agua caliente.
Hum… Dos llamadas perdidas. Era Jorge.
¿Qué tal todo?
Increíble. Tenías que haber venido. ¿Qué hacemos la semana que viene?
Imagen graciosamente cedida por la Peña. El tercero soy yo mismo. Aún no había empezado a llover, ni habíamos atacado la temible cuesta. Y la canción de Cinematics que quité para poner la foto, os la enlazo aquí para que disfrutéis nuevamente.
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21 comentarios:
Supongo que a esa cúmulo de calamidades le llamas deporte, ejercicio sano y demás zarandajas, ¿verdad?
Hoy ni ni mú de la orquestilla que nos has colado. Me voy a bailar con el último de Madonna.
Qué meritazo... yo me hubiera quedado en el sitio, seguro, llevo días dándole vueltas a la mía... en la cabeza... y eso que aquí no hace tan mal tiempo... ya veremos... lo mismo este finde que viene me animo...
Saludos y buena semana.
Nada como una buena ducha caliente para preguntar ¿qué hacemos la semana que viene?.
Fantástica entrada. Me la he bebido con la misma cara de velocidad con la que tú hiciste el descenso, y casi termino igual de cansado y aterido. ¡Hasta me he tenido que dar una buena ducha de agua caliente, jabón y más agua caliente. A este paso, termino comprándome una bicicleta y un montón de dientes de ésos para cuando tenga que subir cuestas. ;-)
Un abrazo
A ti te gusta la bici, dices, ¿no?
Me encanta cómo narras tus escapadas ciclistas. Los mazapanes, arriba, me han sabido a gloria.
Los ciclistas son lo más parecido que queda a los centauros.
Qué divertido! Excepto por el encuentro con el cazador ;D.
Para que sea toda una aventura hay que sufrir, sudar y que te caiga un aguacero. Ya lo de menos es ganar y ser el primero (aunque eso tampoco estaría mal, quizás otra vez).
Pienso lo deliciosos que tendrían que saber los dulces en esos momentos de abatimiento.
Un beso.
Cada uno se divierte y se relaja como quiere... pero....
Niño, que tiene mucho peligro salir con esos vendavales...
Tocaba sufrir.
Espero que pronto toque disfrutar.
Abrazos llenos de admiración
Es una locura. Y a eso dedicáis el día de "descanso". Sólo de leerlo, ya tengo agujetas, frío, hambre... estáis locos.
"Eso" DULCINEA no es deporte: es vida. Es la vida que quiero vivir, rodar toda la vida camino de donde quiero llegar. Escucha The Cinematics: "I'll walk this long road/'Till I find my way home/To somewhere familiar/To lay down my bones./The trouble is, nothing looks the same/The trouble is, I don't think it ever will/Oh, have you come for me?" Por cierto, no me niegues que esta canción sí te ha gustado...
CHOCOLATE, no lo dudes: usa la bici para todo, pero sobre todo para pensar, para hacer deporte, para vaciar tu mente, ja, ja, ja...
TATO, te voy a confesar (y que quede entre nosotros) que últimamente me cuesta mucho ponerme a escribir. Creo que no sé expresar lo que siento, lo que quiero decir, lo que veo... No sé; es difícil de explicar. Por eso me anima que hayas "sufrido" con esta tonta entrada mía. Un abrazo desde la fría y ventosa meseta.
ALTEA, me gusta -por encima de todo- sentirme vivo. Y la bici me ofrece esa y otras sensaciones. Deberías probarlo; te convertirías en una gran aficionada.
J., eso lo dices porque eres ciclista. Los mazapanes, por cierto, es que son el mejor revulsivo (glucosa pura).
PARSIMONIA, lo cierto es que es una maravilla. Hoy me duele el cuerpo entero y la garganta y me temo que ando un poco febril, pero ha valido la pena pasar la mañana del domingo así. Besos para ti.
Ja, ja, ja... Ya sabes, FUTURO BLOGUERO, que el sufrimiento y el disfrute se dan la mano. Es difícil de explicar, pero me temo que es así. No, no me admires: hubo quien terminó la ruta silvando. Yo lo hice sufriendo y sin ganas de nada.
ANÓNIMO-QUE-SE-TE VE-EL-PLUMERO, ya sabes (ya te he dicho) que los héroes somos así, ja, ja, ja...
¡Que gozada de día! me alegro por ti.
juajuajua.... yo después de leer esta entrada voy a hacer una parada para descansar.... ¿y dices que te cuesta escribir? pues por aqui no lo notamos..... estas hecho un crak de la bici y de la blogosfera!!!. Tiene pinta de que lo pasasteis genial sudando la gota gorda....
Me suena eso de pillar una pájara volviendo de Pinos Altos. Cuando coja un poco la bici hay que volver por allí. ¿A tí no te empujó nadie? ¡Pobre!
Quizás esas sean las jornadas que hacen olvidar los malos detalles de la semana. Las jornadas que hacen relajarse para comenzar una nueva semana con el ánimo en alza.
Un abrazo amigo Néstor.
Mejor canta la parrala, corazón.
La canción, hasta el segundo "30 es aceptable. Después, pff
¿Has probado a descansar tumbado debajo de un pino, o en la playa, o en el sofá de casa?
¿Es cierto lo de los cazadores? ¡Qué miedo! Por lo demás suena divertido :-) La próxima lleva aspirinas y seguro te ayudan para contrarestar las consecuencias de la lluvia ;-)Ciao!
Hum, MYRIAM, por fin alguien que me entiende. Lo cierto es que fue una pasada de día, aunque ahora vaya un poco a rastras.
¿Descansar, MARÍA? Pero, ¿tú no eras una deportista de élite? Juas, juas, juas... Pues sí, lo cierto es que estoy inapetente, de un tiempo a esta parte. Y sí, lo notáis.
RAMÓN, técnicamente no fue una pájara... Fue una caída de glucosa, ja, ja, ja... Es que la vuelta se hizo muy, muy, muy dura. Además cambió el viento y me hizo polvo. Volveremos, después de Barcelona....
Pues mira, AGUAÓ, no había caído en eso, pero es cierto; la lluvia no solo me empapó: me lavó de los malos recuerdos y problemas de la semana. Bien visto, sí.
DULCI, la canción era una pasada. La he quitado para hacer sitio a la foto, pero la volveré a colocar en cuanto pueda (y tenga cinco minutos). Por cierto, no me creo que tu descanses tumbada debajo de un pino... Es mucho mejor pasear, con el viento en la cara. Mucho mejor. Pruébalo.
LUISA, mejor que una cervecita, un chocolate bien calentito...
PATZARELLA, lo de los cazadores es real como la vida misma. Ten en cuenta que esta es tierra de caza. ¿Aspirinas, dices? Nada, nada: hay que comportarse como machotes, ja, ja, ja...
Oye ¿y habiendo autobús...? Bueno, es igual, en realidad y desde la distancia se entiende. Por cierto, gran peli Vive como quieras!!!
Ayva, ha pegado una foto. ¿Y por qué llevas puestas las rodilleras en los brazos? je, je, je, je
Néstor, en esta vida me he dormido en los lugares y situaciones más insólitas. Y lo que es más grave: hasta he soñado.
No me atrevo a hacer públicos los detalles porque el cachondeo iba a ser de campeonato.
Ah. Qué emocionante aventura.
No puedo evitar recordar mi realidad: nunca logré aprender a andar en bicicleta. Y no me enorgullece nada.
Ah, PIANISTA, ya llegaré a viejo... Y me hincharé a autobuses, taxis y sobremesas viendo la tele... Por ahora he decidido darme a la mala vida.
DULCINEA, cuenta, cuenta, que estás como en casa. Prometo que no nos reiremos, venga.
AM, nunca es tarde para aprender a montar en bici. Y es una maravilla disfrutar del aire libre, de la lluvia, del sol, de la compañía de los amigos, de la velocidad, de las subidas y bajadas, de las nubes y la niebla, de los ciervos, jabalies, buitres, águilas... No te rindas. Aprende y disfruta.
Creo que pondré un enlace en mi blog, por cierto.
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