sábado, 21 de marzo de 2009

El abominable enemigo

El abogado, como cualquier otro superhéroe que se precie, tiene sus propios enemigos. En contra de lo previsto, el villano más básico es, sin duda, su propio cliente; con demasiada frecuencia se equivoca porque no te ha dicho toda la verdad o porque en juicio se pone nervioso y dice lo contrario de lo que debería, tirando por el suelo meses de trabajo. Pero no es un enemigo demasiado peligroso, porque carece de orgullo: basta que le digas que se ha equivocado para que baje la cabeza y admita el error. No, el verdadero enemigo –el más temible y destructor– es el primo listo del cliente o el amigo que todo lo sabe o el vecino del quinto que tuvo un accidente y resolvió su vida con la indemnización que le dieron. El primo.
Sucede que el cretino del cliente se fia más del primo que de su propio abogado y sospecha de ti cuando lo que le dices no coincide con la sabia opinión del primo o del amigo omnisciente.
Pues bien, Carlos había bebido mucho y había conducido hasta que le paró la Guardia Civil. El trámite del juicio rápido es curiosamente rápido; así que a las tres horas teníamos el atestado, los resultados del alcoholímetro y la solicitud de condena de la fiscal: veinticuatro meses y una multa astronómica. Hablé con la fiscal y se mostró conforme con reducir la condena a ocho meses de retirada del carnet, si se conformaba con los hechos y la pena. Pero Carlos lo consideraba excesivo, porque era camionero y no podía prescindir del carnet, así que rechacé la oferta y solicitamos la citación a juicio.
Volví a mi despacho, mientras Carlos hablaba por el móvil en la puerta del juzgado.
A la media hora recibí la primera llamada del amigo de mi cliente, con instrucciones precisas sobre los testigos que debían comparecer. Se me atragantaron las explicaciones, se me terminó la paciencia, se terminó la batería del móvil y supe que no le había dejado satisfecho. No me extrañó recibir a las dos horas la llamada de un compañero, recomendado por el amigo de Carlos, o por un primo. Quería hacerse cargo de la defensa de mi cliente, porque veía clara su inocencia e injustificada la solicitud de condena. Le di la venia, copia de las actuaciones y todas las explicaciones que me pidió; y me aposté una comida a que no le condenaban a menos de dieciocho meses.
Ya lo veremos, me dijo.
Pasó el tiempo. Se celebró el juicio y llegó la sentencia. Hace unos días hablé con el nuevo abogado: habían condenado a Carlos a dieciocho meses de retirada de carnet y a una indemnización superior a los recursos que podía generar.
Te debo una comida, me dijo.
Recurre y nos lo jugamos a doble o nada, contesté.
Inexplicablemente me alegré. Sonreí de vuelta al despacho pensando en el cretino del cliente y en la cara que se le habrá quedado a su amigo, al primo o al vecino del tercero que tan bien le asesoraba. Tuvo ocho meses en la mano. Ahora tiene dieciocho, la seguridad de que le despedirán y una larga temporada de desempleo. Supongo que me echará de menos. O no, porque el tonto muere tonto.

12 comentarios:

Er Tato dijo...

Bueno, hoy no me has convencido, letrado. Es humano dar más crédito al que nos dice lo que queremos escuchar. Y no por ello se es tonto. Se es humano.

Pero no te preocupes, sigues siendo mi letrado preferido. Sin duda.

Un abrazo

P.S.: Mucha suerte con esa operación y ánimo. Seguro que todo sale perfecto.

maria jesus dijo...

En todas las profesiones existe el amigo o el primo, pero en la tuya y en la del médico son más peligrosos. Un saludo

María dijo...

que curioso!. tus enemigos son los mismos que los mios.... los primos y los vecinos que algunos exprimen para sacar informacion... que no siempre es válida, yo ya estoy harta de oir "parecía muy buena persona, no me lo esperaba"... cuando yo sea jefa de informativos, esos sucesos desaparecerán. Y todo este rollo, es para decirte que estoy contigo en lo de la defensa, tuvo al mejor letrado y le aconsejaron mal y lo cambió por otro... pero estoy con "Er tato"... es muy humano y muy normal hacer caso de la gente que te rodea...

Anónimo dijo...

Vengo para desearte suerte con la operación.
Verás como de nuevo estás rodando por los montes y valles con tu bici.
Besos

R. Gª. ALDARIA dijo...

Amén.

Paco Becerro dijo...

No sé si fue tonto o no, pero sí que estoy seguro del final, que el que nace tonto muere tonto.

Abrazo

Anónimo dijo...

¿Y qué cara se le quedó al abogado que estaba tan seguro de su inocencia?
Porque de los otros tres (tu “precliente”, el primo de Zumosol y él), parece que era el único con verdaderos conocimientos en la materia. Y el que menos ha salido perdiendo, ¿no?
No sé, quizá seas un poco duro con tu precliente. En momentos de desesperación acabamos agarrándonos a cualquier tabla. Da igual que tengamos un mínimo de estabilidad. Siempre buscamos más Y a veces, acabamos pasándonos. Las malditas timbas a las siete y media en las que nos jugamos la vida.

Mucha ánimo para mañana, Néstor.

Anónimo dijo...

Nestor, animo, que todo irá bien en tu operación.

Quinchino dijo...

Hay todavía otro cliente peor. El que te viene con escritos enviados al Defensor del Pueblo, a Zapatero o incluso al Rey, o con fotocopias de leyes "que ellos ya han estudiado".

Está estadísticamente comprobado que lindan con el transtorno obsesivo, y puedes estar seguro de que hagas lo que hagas siempre les parecerá poco.

Suelen comenzar la primera consulta diciendo que, si hace falta, está dispuesto a ir "hasta Estrasburgo"; y cuando les pides la primera provisión de fondos, desaparecen.

Néstor dijo...

En realidad TATO lo verdaderamente humano es hacer caso al que sabe, al que has contratado y al que pagas porque te defienda. Lo otro -no salgo de ahí- es idiotez. La operación salió bien. Me han puesto un ligamento de un donante e inmoviolizado la rodilla con una férula rígida durante tres semanas... Muchas gracias por acordarte.
MARÍA JESÚS, ya digo que el enemigo es invisible, pero existe.
En efecto, MARÍA, es humano escuchar a otros, pero ¿hacerles caso? Tu abogado es el que sabe, el que mejor te puede asesorar... Bueno, supongo que es mi visión de la jugada, claro.
Ja, ja, ja... Muchas gracias PARSOMONIA; de veras, muchas gracias. Todo ha ido bien. De hecho ya estoy en casa y camino, poco y con férula, pero camino. Ya os iré contando cosas.
RAMÓN, ya sabía yo que solo podrías estar de acuerdo. El tonto, Ramón, el tonto, es el enemigo.
FUTURO BLOGUERO, el tonto puede cambiar. Pero también es cierto que algunos elegimos quedarnos así.
HIJO DEL CAPITÁN, el otro abogado hizo su trabajo y me consta que lo hizo bien, pero le falta algo de experiencia. Y la experiencia es un punto. Al que me gustaría ver algún día es a mi ex cliente, para ver qué cara pone.
Gracias PILAR. Se agradece estas muestras de afecto. DE veras.
QUINCHILLO, "ese" no es un cliente, es un perro, un kamikaze, un hombre cargado hasta las cejas de explosivo dispuesto a volar en pedazos, contigo o con quien sea. Es un peligro público andante, con fobias para todos los tipos. Quítatelo cuanto antes de encima. Por cierto, bienvenido seas, que no te recuerdo de otras veces.

Myriam dijo...

Por una vez tiene razón ;) si te pones en manos de alguien para que te defienda debería confiar en el abogado que has elegido, lo demás es una idiotez.

Anónimo dijo...

Ja, ja, qué descriptivo.

Estoy contigo en lo de tonto.

Yo he caido en esa estupidez una y otra vez sin recordar que en esa piedra ya había tropezado. He escuchado sin filtrar consejos de aquí y de allá, de genta absolutamente ignorante del tema, o de los que les suena de oidas (los peores, porque te parecen fiables y siempre conocen a alguien a quien todo les ha salido bien) o de los que realmente saben. Poco espabilada que es una más los miles de consejos en todos los sentidos hacían que comenzara a girar vertiginosamente sin dirigirme a ningún lugar ni meta. Resultado: avance cero.

Gracias a que tengo buenas amistades que me enseñaron a filtrar los consejos y a darme cuenta de que ninguno de los que aconseja con vehemencia se ha visto en la misma tesitura que tú, y como no le va a costar nada que te equivoques... se lanza en picado y te bombardea sin piedad a consejos inútiles.

Exagero, pero algún caso me he topado que se ciñe a lo descrito.

¡Cuantísima gente que nunca ha montado un negocio ni lo hará te aconseja de cómo hacerlo! Innumerables como las arenas del mar.

Y los que les escuchamos... cretinos perdidos.

Una cosa que observo ultimamente, desde que me dedico a filtrar consejos, es que los amigos te apoyan y únicamente te aconsejan si saben del tema.

¡Qué bueno eres si no has llamado al tonto de tu cliente para preguntarle cómo ha ido todo! yo me habría regodeado en ello.