El juez me cortó, secamente. Me interrumpió de forma tajante, amenazando con retirarme la palabra si mantenía el tono de mi interrogatorio. Le contesté con dureza, porque no hay nada que me moleste tanto como que me interrumpan. Le dije que si hubiera intervenido advirtiendo al demandado de que debía contestar a mis preguntas, no habría usado ese tono que tanto le había molestado. Cruzamos algunas otras frases –erre que erre– defendiendo nuestro orgullo. Fuimos francamente descorteses el uno con el otro.
Al terminar el juicio –largo, técnico y embrollado– me levanté y me acerqué al juez: nos dimos la mano, le pregunté por la familia, le recordé que le debo un café y compartimos algunos detalles técnicos sobre la bicicleta. Nos echamos unas risas y nos despedimos con un hasta luego.
Mi cliente me estaba esperando en la puerta, con los ojos desencajados.
–Pero, después de lo que os habéis dicho…
–Sí, supongo que es sorprendente... Ten en cuenta que durante el juicio yo soy tú y defiendo tus intereses como lo harías tú mismo. Pero al terminar vuelvo a ser yo; y yo no tengo ningún problema con este juez.
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15 comentarios:
Pues tú dirás lo quieras, pero un juez que interrumpe al letrado sin motivo es un gilipoyas, antes, durante y después del juicio, e incluso en bici. Y el café, que se lo meta por donde se pasa la esponja. Hala.
Bien aclarado...con el juez y con tu cliente.
Cada uno en su sitio, y en este caso, lo valiente, no quita lo cortés.
Me gusta.
(Por cierto, no has venido a ver mis bichos, una de mis entradas más comentadas y aplaudidas, y siendo una entrada tan dedicada a la naturaleza, y a los libros de Gerald Durrell, pensé que te gustaría... Así que supuse que estabas malito otra vez.)
Seré vanidoso...
Hombre, así cualquiera. Siendo coleguilla del juez... Pero estoy seguro de que hubieras actuado igual si no lo hubiese sido ¿o no?
Un abrazo
No, claro, con una doble personalidad se puede ser a la vez una cosa y la contraria, clásico principio de contradicción.
Yo lo puedo entender pero sólo hasta cierto punto. Por eso jamás se me habría ocurrido ser juez o parte. Ni juez de línea, ni ate ni parte, Bonaparte, ufluflú, que se me va la olla de los garbanzos, dudua...
Es bueno que las cosas sean así pero -una pena- ni es fácil trazar la línea entre el juicio y el final ni es habitual lograrlo. Eso me dice mi corta experiencia. Aunque, cuando aciertas a separar eso que le explicabas a tu cliente, es una gozada y -generalmente- señal de que cada uno ha hecho bien su trabajo.
No suelo contestar a los anónimos, excepto que sepa de dónde vienen... Y aunque tenga mis sospechas, no lo haré tampoco con este.
FUTURO, mi olvido es imperdonable, pero es que llevo unos días que no logro sentarme dos minutos. No obstante me he pasado y he alucinado con tus fotos (increible).
Ja, ja, ja... Bueno, ER TATO, lo cierto es que soy siempre así, no solo con los coleguillas. Trato de separar lo profesional de lo personal, porque antes que abogado soy persona.
ISABEL [juas, juas] no creo que sea doble personalidad: es solo mi trabajo... Ya sabes, los abogados defendemos intereses ajenos...
PIANISTA, que no se te ocurra hacerte juez, que no podría parar de reirme con tus sentencias (y no estaría bien).
MARTA, la linea es más bien delgada y difícil de borrar, porque siempre podemos tomarnos las cosas como una afrenta personal... Pero hay que separar o nos volvemos locos...
Me repatea esa prepotencia de la que hablas. Son jueces, sólo jueces. Nada menos pero nada más.
Yo en tu lugar hubiera sacado la recortada ;)
Bueno una cosa es el trabajo y otra la amistad es buen saber diferenciar las dos cosas.
PD.: Si conduces ya sabes lo que te espea pasando Adanero :)
Genial la exposición pero, le veo un pero.
Por mi experiencia, el combinado Juez-Letrado, no gusta,no sabe bien.Me viene a la mente alguna ilustración de mi argumento, pero no,no, me lo callo.
Néstor, si te parece bien, te agradeceré que me enlaces a la nueva dirección.
Un salu2!!!
pues a mi no me parece mal que seas amigo del juez, siempre que eso no se refleje en las sentencias, y presupongo que se hará porque sereis buenos profesionales... los dos, de ti no lo dudo, del juez por ser tu amigo tampoco. Aunque quizá ahora que releo mi comentario puede parecer que viva en los mundos de yupi...
¡Vaya, me dejaste boquiabierta!
El juicio es un teatro de vanidades efímeras que desparecen y se diluyen rápidamente cuando la maza cae fijando el final como si de un telón se tratara. Aunque supongo que no para todos se desvanece ese papel tan rápidamente.
Aunque vengo muy de tarde en tarde, me leo tus entradas atrasadas y empiezo a preocuparme, pues la droga es algo de lo que no puedes prescindir cuando te enganchas.
Un fortísimo abrazo amigo Néstor.
Lo sé, DULCINEA, lo sé... Pero son un poder del estado y quienes imparten justicia y con quienes he de tratar... Y son seres humanos, que se equivocan, como todos.
Hum... MYRIAM, trato de diferenciar, pero no siempre es fácil.
LUISA, es un combinado fatal solo si no sabes hasta dónde llegan los límites. Si te pasas es que no eres un verdadero amigo... Cambiaré el link, no te preocupes...
Ja, ja, ja... MARÍA, no te preocupes, no te veo en los mundos de Yupi. Tu comentario fue acertado, pero se nota que no conoces el peculiar entramado juez-abogado-resto de la administración de justicia.
PATZARELLA, pues no sé qué es lo que te ha sorprendido...
AGUAÓ, tienes razón, pero en ese teatro efímero existe el orgullo del abogado y del juez. Orgullo muchas veces herido si te pasas de la raya... Ya te echaba de menos, por cierto.
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