Salí pronto del despacho, porque me equivoqué de hora. Aún era de día: sorpresa y alegría. Me fui al videoclub a devolver una película y, como ya lo había retrasado un tiempo, a cortarme el pelo. Trenzados como estamos a la rutina, no nos extrañó que, una vez más, se repitiera el ritual:
–¿Cortito, como siempre? –me dice al otro lado del espejo.
–Sí, como siempre.
–¿Qué tal tu madre? –dice, sin esperar contestación.
–Bien; muy bien, muchas gracias.
–¿Y tus hermanos?
–Mejorando con el tiempo.
–¿Y tus sobrinas? ¡Qué ricas!
–Sí, sí: muy ricas.
–¿Y Rosita? Dale recuerdos de mi parte.
–De tu parte se los daré.
–¿Te quedaste aquí esta Semana Santa?
–Sí.
–Hay que ver cómo ha cambiado el tiempo.
–Ay, madre.
–¿Mucho trabajo ahora?
–Kyrie, eleison.
–Nosotras, aquí desde las diez de la mañana.
–Christe, eleison.
–Pero, ¿siguen de huelga?
–Ora pro nobis.
–Oye, Néstor: se te está cayendo el pelo…
–Ora pro… ¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué estás insinuando?
–Nada, solo que te estás quedando, bueno que, no pongas esa cara, es solo que, que tienes muchas más entradas que la última vez. ¿Verdad que sí, chicas?
Busca apoyo en el resto de peluqueras, que –unánimes y certeras– me ven más calvo que la última vez. Y envalentonada, la muy canalla, contraataca:
–Eso es por la alimentación, o el estrés, o la huelga de funcionarios que os tiene atacados a todos.
–Sí –dije medio perdido. Miré más allá del espejo, donde un calvo potencial me devolvía una mirada vidriosa.
–Deberías ponerte en tratamiento. Mira, te voy a dejar un champú y un no sé qué con el que te vas a… Y después… Y además… Y en un mes… Y volvemos a ver que… ¿Has entendido?
–Hum...
Oía retazos hasta que dejé de oír y me encontré en la calle, quieto y amenazado por mi propia alimentación o por el cambio climático, con una bolsa de L’Oréal en la mano.
Desde el lunes, veo en el espejo, cada mañana, al mismo cretino somnoliento y recién duchado, dándose masajes con no sé qué gel o espuma especial. Hoy le he preguntado:
–Tú, sinceramente, ¿crees que es para tanto?
Y, mirando para otro lado, me ha dicho cantando:
–I know a girl in meteor city.
Y me ha descolocado del todo.
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21 comentarios:
Demasiado estres...
un beso rey
ja, ja, ja, ja, perdona pero me troncho. Creí que ibas a decir que te sugirieron un peluquín.
Consejo de chica: si tan escaso vas de pelambre, rápate que estarás más moderno. Y además, los calvos también teneis vuestro público.
Pffff, ja, ja, ja, perdona pero es que no puedo. ja, ja, ja,
Oye, muy bueno, Néstor. Yo sabía de un barbero pamplonés que le preguntaba al peronal si quería que le hablase o si no. Y según, el tío le daba la matraca al personal o achantaba la mui y listo. Yo iba a una peluqería de unas nenas muy majas y tal que te hacían la pelota de mala manera. Claro que iba poco. Y luego en los bares jeviorros parecía como del mobiliario.
Joer, como te pongas pelucón te dejo de hablar, ya te aviso. Recuerda la dignidad del calvorota de Barón Rojo!!!
No, no, peluca no te pongas, Nestorcete, que si un día al quitarte el casco de la bici, se te sale el postizo, menudo plan.
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,
Juas juas, Néstor. Es que hay que ver, menudo peligro llevan las peluquerías ¡¡y las peluqueras!!
Entre los corros de cotilleos que depellejan al planeta y que parece que hablan otro idioma... "¿Quieres una mascarilla %&x$frrr*ö, que es lo más?". Y a uno se le queda cara de poker. "Pues... yo sólo quería que me cortara el pelo". Y si pediste que te lo cortaran mucho, te queda largo y si pediste poco, te hacen una escabechina y te dejan con cuatro pelos.
El consejo de raparse es buena opción. Sí me llega el caso lo haré sin pudor casi al cero. A veces ya lo hago sin necesidad alopécica...
No te preocupes, la peluqueras hacen eso para olvidar sus complejos, todo el día las pobres mirándose al espejo. Seguro que tenían celulitis y las tetas caidas.
En caso contrario dime la peluqueria que quiero que me corten el pelo, jajajajajaja
néstor !!! qué mirarte (con la imaginación) al espejo dándote masajes así..., jaja
es que me da risa !!!
yo creo que es el casco de la bici...
o....
qué importa !!! da igual q estés con entradas o sin ellas !!!!
saludos !!!
ps a mi que ellas son buenas vendedoras y te cogieron descuidado ;-)
quién es Rosita ???
Sí, DAKY, yo le echo la culpa al estrés, o al cambio climático o a las pelis que últimamente me veo...
DULCINEA, en una ocasión me rapé y me sentía impúdico total. No sé, medio desnudo. No obstante, no es preocupante lo mío. Es solo que me ven "un poco más claro".
PIANISTA, lo del peluqín está a la altura de esos que se tapan todo el craneo con cuatro pelos (en plan Anasagasti). No te preocupes, lo llevaré con dignidad.
No te creas, MARTA: a mi me hablaron con una claridad meriadina. Fíjate si lo hicieron que salí de allí un champú y otro potingue más...
RAMÓN, son las chicas de Maripaz, que es como el Bar Coyote pero en peluquería... Son tan fashion que tienen cabina de rayos UVA: jatetu. Pero no, no son nuestro tipo.
PATZARELLA, ¡te dará igual a ti que eres del club de admiradoras incondicionales e irreversibles! Pero es que eso de verme calvo [snif]... Nada, nada, que seguiré masajeándome el craneo con el potingue ese (que mucho me temo que tiene pegamento). Rosita, por cierto, era mi secretaria y ahora mi amiga (sin malos rollos, ¿ein?).
Magnífico, en serio [aunque haga reír].
Me ha arrancado sonrisas, ya no pasaré a otro blog no sea que me arruinen el gusto que me llevo de aquí.
Gracias, gracias, CARLOS. Pero el mérito no es mío. Bueno, quizá sí: parcialmente al menos, de mi cabeza.
Me alegro que os haya hecho reir JUAN IGNACIO. Lo cierto es que era lo que pretendía, con esta historieta verídica y más bien insulsa (no sé si se refieren a "vida" o a "insólitas aventuras"). Hay que tomarse la vida a risa, que sino corremos el riesgo de hacernos demasiado serios.
No le des importancia.
Y sí, como dice Dulci, también tenemos nuestro público. Te lo aseguro. jaja.
Bueno, Futblog, sí, pero mí debilidad por tí no es por tu calva, sino por tu tipazo de vigilante de la playa. ;)
¿porque uno de esos macizorros eres tú, verdad?
Nunca entenderé el trauma de la calvicie para los tíos. Prefiero mil veces a un calvo que a uno con "melenita" o un rastafari piojoso.
Dulci, of course...
Ya me parecía a mí, Futblog de mis entretelas.
Por cierto, Néstor, que quién es Rosita, que nos tienes en un sinvivir marujil...
Ay, que me estopeo! Pero no te preocupes. Quedarse calvo es señal de sabiduría. O por lo menos eso dicen.
Gracias, FUTBLOG, sabía que tú me entenderías... No obstante, insisto, no es preocupante. Creo que las pelus estaban un poco tensas ese día y querían inquietar mi espíritu zen ese día.
[por si acaso, sigo con mis masajes matutinos, vaya].
DULCINEA, que esto es un blog serio. Además, el hecho de que tenga un barco no quiere decir que tega tipo de anuncio... Digo, para aclarar.
ANÓNIMO-rumbero: no es un trauma, es una verdadera crisis de identidad. Siempre me he conocido con pelo, así que ahora es probable que no me reconozca cuando me mire al espejo (es broma: la cosa no es para tanto).
Ay, DULCINEA, si es que no eres una excepción: ya lo he explicado, pero ahí va de nuevo. Rosita era mi amiga y querida secretaria en el despacho antiguo. Ahora me he quedado con lo mejor: es mi amiga.
ALTEA, muchas gracias, pero no hay quien se lo crea.
Pasé a saludar, besos
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