lunes, 1 de junio de 2009

El paraíso perdido

Los papeles del juzgado, como los libros, cuentan historias si se saben leer bien. Este, un auto concediendo la suspensión de la ejecución de la pena, habla a gritos de una vida dramática, de segundas y terceras oportunidades, de una voluntad endeble, de tiempo perdido...
Antonio era la oveja negra de la familia. Fiel a su rol comenzó repitiendo un curso tras otro, despreciando los esfuerzos de su familia, de sus profesores, colegios e internados. Pasó la mayoría de edad en la nebulosa del alcóhol y la marihuana y sin saber cómo llegó a cumplir los treinta. Conoció a Paula y juntos terminaron la obra que habían comenzado por separado. Destruyeron sus vidas con rabia entre vómitos de borracho. Dos años después de conocerse vivían en el infierno.
Finalmente Antonio fue condenado –una vez tras otra– por las denuncias que Paula le iba poniendo entre palizas y borracheras. Le defendí dos veces: en la primera le absolvieron en primera instancia aplicando una pirueta legal al respecto del “derecho a vivir juntos”; ensayo que el fiscal y la Audiencia Provincial me tiraron para atrás. En la otra le condenaron como autor de un delito de maltrato e ingresó en prisión. Le visité varias veces. No le dejé solo.
Un año más tarde conseguí que saliera de prisión para comenzar un tratamiento de deshabituación al alcohol en el Hospital General de Ciudad Real. Un año de informes, médicos, escritos y visitas al juzgado. Un año de tiempo y dinero, de esfuerzos impagados y impagables.
Y hoy –maldito sea– me lo encuentro tirado en la calle, harapiento y completamente borracho.
Días así me desmoralizo porque siento que he perdido el tiempo.

11 comentarios:

Er Tato dijo...

El tiempo lo ha perdido él, amigo Néstor. El tiempo y alguien que se ocupaba y preocupaba por él. No asumas como tuyos los fracasos que ya tienen dueño.

Un abrazo

Paco Becerro dijo...

Eso creo yo, como er Tato, que el que ha perdido el tiempo ha sido él y no tu.

Por otro lado, es que es muy dificil dejar los malos hábitos. Fijate con el tabaco lo que cuesta, imagina con la marihuana y el alcohol, y más cuando su vida, no es precisamente una senda de fecilidad entre flores...

Abrazo

Marta dijo...

Los dos cracks anteriores me quitaron las palabras de la boca y supongo que también a los que vengan de visita más tarde.
El tiempo lo perdió él y suyo es el fracaso y la responsabilidad. Le tendiste un puente hacia este lado y, estando a la mitad, saltó al vació porque le dio la gana.
Ayudar a los demás no sólo depende de uno; es imprescindible que el que lo necesite, se deje ayudar.
Forza, Letrado. Y cuidadín con la bici.

Myriam dijo...

Para ayudar a los demás, lo primero es que ellos se quieran ayudar, el perdió el tiempo tú solo lo invertiste a largo plazo. ¡Ánimo!

Juanluís dijo...

El lema que E. G-Máiquez recoge y adapta de "Los confines" de Trapiello está muy relacionado con tu entrada: "El paraíso es hacer el paraíso. Y regalárselo a los demás".
Aunque es evidente que el resultado preferido era distinto a encontrártelo tirado en la calle, tú diste un cheque en blanco, pusiste todo de tu parte; ¿qué más se puede pedir?

R. Gª. ALDARIA dijo...

Cada vez estoy más convencido de que el Juzgado no arregla nada, es un parche, y los abogados generamos como mucho un punto y a parte, no te exigas más porque es un imposible.

Altea dijo...

Uf, cuánta falta de leña.

Dulcinea dijo...

Intentar ayudar a los demás nunca es perder el tiempo.

Tu fracaso sería haber pasado de él, pudiéndole ayudar.

Néstor dijo...

Sí, TATO, si eso es lo que pienso... Pero no me lo creo. Demasiadas veces los fracasos de los clientes son los míos propios...
FUTURO BLOGUERO, sé lo difícil que es hacer punto y aparte (de veras que lo sé), por eso le comprendo hasta cierto punto. Pero no dejo de sentirme mal, joer.
MARTA, ¿no sientes en ocasiones que deberías agarrar a la gente antes de que salte al vacío? Hoy he vuelto a pasar por el sitio en el que me encontré a este hombre y han vuelto los recuerdos...
Gracias por los ánimos, MYRIAM. Aunque bien pensado, él los necesita más que yo.
JUANLUÍS, me ha gustado la comparación y el cheque en blanco. Muchas gracias.
RAMÓN, ¿te das cuenta de lo chungo que resulta? Te partes la cara por un imbécil que no agarra tu mano...
No sé ALTEA, no sé si es falta de leña...
DULCINEA, me gusta lo que dices... Mucho... Muchas gracias.

Corina Dávalos dijo...

Ojalá se encuentre muchas veces más una mano tendida, de alguna se agarrará definitivamente. Nosotros tenemos sólo dos manos, una vida y poca paciencia. La suerte es que Dios cuenta con más recursos, la suerte para tu cliente y todos nosotros, potenciales clientes...

Anónimo dijo...

¿Quién dijo que tomar droga es libre? un canalla.

Le sacaste de prisión, pero nadie pudo quitarle los barrotes a los que se agarraba.

Peor te sentirías si no le hubieras dado tu tiempo y tus ganas.