Crecemos buscando. Perseguimos deseos, ideales, sueños. Fabricamos el guión de nuestra vida, esperando dirigirla y protagonizarla. Y entonces esperamos. Es un error, ¿sabes? Corremos el riesgo de no sorprendernos con la vida, empecinados como estamos en vivir una historia que quizá no nos ha tocado vivir. Pierdes frescura y entonces no te dejas marear. Porque no hay nada más silencioso que el destino cuando, de repente, estalla. Resulta desconcertante.
Esconderse, bajar los brazos, abandonar la pelea, es entonces, una tentación. Es lo más cómodo. Marcharse cuando llegan los obstáculos, grandes o pequeños, interiores o exteriores. Darse la vuelta y encoger los hombros y vivir entonces amargado por la ironía. Qué cobarde.
Solo los heroes entonces dan un paso adelante y gritan que no se rendirán, sabiendo que pueden perder, que quizá mueran en el intento, que luchan por el beso de una Helena que no les pertenece. ¡Luchar! Grande debe ser el cielo de los intrépidos. Yo lo conozco. Es azul y luminoso y arrollador. Es fresco y huele como dicen que solo huele el paraiso, a dulce esencia de rosas. Y es sereno, como los ojos del mar en calma...
Yo estuve allí, me dijiste.
Te miré. Me asombras. A veces –cuando lees en mi alma– me asombras. Habías hablado para desahogarte. No dije nada. Solo asentí.
Yo también he estado allí, te dije. Yo también. Y tampoco me rindo.
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9 comentarios:
Eres un valiente!
mmmmmmmmmm
Ya decía Napoleón "Las batallas se ganan por soldados cansados". Pero le faltó aclarar como cuánto de cansados!!
R. MORA, me conoces poco, ja, ja, ja... Soy un cobarde que se queda paralizado ante los grandes momentos de la vida. Bienvenido/a seas. Esto es tu casa.
BENITA, ¡qué fuerte! No sé por qué este finde pensé en algo parecido.
Es como si me hubieras leído el pensamiento alguna vez...
Nota.- yo tampoco me rindo; al menos, eso espero de mí misma. Aunque nunca juraría que no bajaré los brazos -siempre hay momentos de flaqueza-. Pero el intento constante es el que lleva a la victoria ¿no?
Caminar, caer, levantarse. Reemprender la marcha una y mil veces, tropezar con la misma piedra por enésima vez, arriba de nuevo. Nunca darse por vencido.
Cuánto me gustaría que siempre fuera así...
Joder, no me he enterado de nada, al menos la Helena esa que dices estará buena, ¿no?
MARTA, no te rindas. No te pega. Al fin y al cabo eres un tibu, ¿no?
JUAN LUÍS, me temo que a todos nos gustaría que fuera así, siempre. Y por eso nos levantamos, para no bajar los brazos, para luchar por lo que creemos que vale verdaderamente la pena. Sí, por eso merece la pena vivir.
RAMÓN, joer, Helena es Helena de Troya, hija de Zeus y Leda, la mujer de belleza divina por la que dos civilizaciones mataron y murieron. ¿Te suena lo de la metáfora ja, ja, ja?
pues si, hay veces que la vida te da un revés y te dan ganas de bajar los brazos, encoger los homros y andar arrastrando los pies, pero sienta tan bien ganarle un revés de esos a la vida!!!!!
y que te sorprendan asi, con una respuesta asi... mola! es como si te espabilaran!
Me ha encantado esta entrada!
Eres un rom[antico empedernido. Esa Helena me da envidia. Qué suerte tiene ella! Y tu!
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