lunes, 21 de abril de 2008

Buscando a Nemo

Para entender correctamente lo que voy a contar es necesario aclarar dos premisas: 1. estamos un poco locos y 2. somos unos irresponsables. Lo digo para tranquilizar la conciencia de los doce que se quedaron en tierra por miedo a las condiciones familiares, hereditarias y meteorológicas. Llueve sin parar desde hace una semana, así que domingo no tenía por qué ser una excepción y amaneció lloviendo. Pero el caso es que habíamos pedido licencia al Ayuntamiento del Viso del Marqués y a la Junta para entrar hasta la Charca del Batán (y nos la habían concedido), y no pensábamos desaprovechar la oportunidad por el pequeño y molesto detalle de la lluvia.
Al comenzar a pedalear nos permitimos un momento para la esperanza, porque no llovía demasiado –apenas unas nubecillas como bombarderos, que descargaban el explosivo en unos segundos y se desaparecían sin dejar rastro– y comenzamos a bromear, admirando el paisaje, cada flor, cada árbol, arbusto y matojo. Pero se impuso la dura realidad y, a un tiempo, se nos presentaron la lluvia y sus consecuencias inmediatas: los ríos impetuosos, desbocados. Los ríos eran ríos, los arroyos eran ríos, los caminos y sendas eran ríos, las laderas de los montes eran ríos y pronto, bien pronto, nuestras ropas eran ríos. No hay que preocuparse, dijo uno, cuando llega a la piel, el agua resbala. Y otro dijo, pues si el hombre es agua en un 80 %, yo debo andar por el noventa y tantos. Hasta que sucedió lo inevitable: con tanto río y tan poco camino, calculé mal la profundidad de un vado y desaparecí por completo en la corriente (cuando digo por completo, es por completo: bici, casco y mi metro sesenta y cinco centímetros de largo) de un riachuelo mal encarado que se me quiso llevar, ante a mirada atónita de Guiputxi y Jorge. Pero, ¿dónde ibas? me dijo Jorge cuando salí al otro lado. Pues, no sé, a buscar a Nemo. Nos miramos durante unos segundos y nos echamos a reír durante quince minutos, sin poder movernos del sitio; doblados literalmente de la risa hasta que nos dolió la tripa y la cara. Seguía lloviendo, pero ya no me importaba, porque el agua me chorreaba por las orejas. Gracias a Dios, Jorge llevaba un cortavientos y un culotte largo de repuesto, con el que me cambié inmediatamente antes de llegar a la hipotermia y seguimos para adelante, pedaleando con más energía (ahora que estaba seco y con un plátano en el cuerpo, que nos zampamos mientras reparábamos un reventón en una de las bicis). Y así, sorteando ciervos y jabalíes despistados que se nos cruzaban, fuimos bajando por el valle. Como era de prever, la lluvia había convertido la charca del Batán en las cataratas del Niágara, así que decidimos posponer nuestro baño (sí: pretendíamos bañarnos) por el daño que podía hacer el barro a nuestro piel.
Tras un pequeño atasco en los cambios de Javi y una sesión de brikomanía práctica de Jorge, nos volvimos, subiendo todo lo que habíamos bajado. Eran las cuatro y cuarto de la tarde. La vuelta se hizo dura, muy dura. La lluvia, la ropa y el hambre pesaban. Subíamos a diez kilómetros por hora. Cada pedalada dolía. Cuando nos quedaban unos kilómetros para llegar al coche –seguía lloviendo y había bajado la temperatura– Jorge me preguntó inocentemente si había ido a misa. Fue decirle que no y empezó a granizar con furia. Como nada podía ir a peor, nos pusimos a cantar, medio borrachos de agua y de adrenalina.
Eran las siete de la tarde cuando llegamos al pueblo, a un bar, donde pedimos un cola-cao ardiendo y un bocata "lo más grande que tenga"… Cuando nos volvió el calor se nos encendieron los ojos y los mofletes y empezamos a reírnos, mientras el resto del bar veía ganar al Balonmano Ciudad Real y al Real Madrid y pedía silencio.
[Llegué a misa, por cierto, vestido de malhechor, despeinado y cansado. Esto no es el final, dijo el cura en la homilía. Espero que no, pensé, porque espero volver en cuanto pueda].






16 comentarios:

Nodisparenalpianista dijo...

Qué bueno, Néstor. Oye, yo me apunto a la próxima excursión de bici-submarinismo manchego. Leo deprisa y tal... ¿te presentaste en Misa con la bici y embarrado???
Por cierto, esta vez no me regales más bicis por primer comentario: me apaña un bocatón gigantesco de esos que dices. De chori, si puede ser.

Néstor dijo...

Madre mía, eres el más rápido de este lado del Misissipi. Veamos, con el asunto de la lluvia se me fue el barro y el moreno del último verano, así que el tema de la suciedad corporal estaba solucionado. Las bicis se quedaron en el coche, donde me pude cambiar de ropa (unos pantalones desmontables que han hecho la guerra, una sudadera que daba el pego y las zapas reebok sin calcetines). En realidad no iba tan mal, lo que pasa es que la gente juzga solo por las apariencias.
PD: lo del bocatón esta hecho.

Benita Pérez-Pardo dijo...

Eso es afición!!. Qué nivel!.
Y no te resfriaste ni nada?

R. Gª. ALDARIA dijo...

Espectacular,a mi no me ha parecido que estéis locos ni seáis irresponsables, que raro...

Paco Becerro dijo...

A mi me gusta mucho bucear también. jaja. Si te quedaste con hambre y frío, ayer colgué yo una de esas recetas que tanto te hacen sufrir. No la mires. No la mires hasta haber tomado un desayuno como dios manda o te arrepentirás, y encima me culparás a mi.

Bueno, muchas gracias por los ánimos y comentarios de estos días en los que he estado un poco missing post-examen.

He vuelto.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Mira, Néstor, majo: por mí, como si encuentras a Nemo y le invitas a lo de dentro de nueve años -que, a estas alturas, ya deben venir siendo casi ocho-. Pero no te escogorcies por los montes y los ríos que luego a ver quién me saca de los atolladeros en los que me meta a partir de ahora...

patzarella dijo...

pero qué bien lo has contado !!! Ya te imaginaba yo inmóvil en un hospitál..., menos mal que todo terminó en pura risa... Wow !!!! Pero qué aventuraaaa !!!!!

Néstor dijo...

El caso, BENITA, es que el domingo, según llegué a casa, me coloqué un nesquik calentito, con rosquillos y gelocatil, me duché y me metí en la cama antes de que el cuerpo empezara a quejarse. Creo que le he engañado.
RAMÓN, eso es que estamos hechos del mismo material... No sé si es bueno (para ti, digo). Jorge y yo hemos quedado en volver en cuanto tengamos un ratillo libre: te esperamos.
¡FUTURO BLOGUERO! ¡Qué tal todo? Vengo de tomarme un café, pero sigo con un hambre de lobo, así que miraré tu post después de comer y ya te diré alguna de mis borderías favoritas...
Ja, ja, ja... Pero MARTA: "¿por el interés te quiero Andrés?" Para dentro de ocho-nueve años, os prometo una salida con baño a este lugar tan increíble (en pleno invierno, además).
PATZARELLA, creo que haría falta una escayola integral para dejarme inmóvil... Además, si las plantas crecen con el agua, no creo que un remojón de vez en cuando me haga ningún daño.

Dulcinea dijo...

!Qué divertida la toña que te debiste pegar! Una cosa es que llueva y otra que tú persigas los aguaceros. Por cierto, ¿del look de malhechor hay foto?

Néstor dijo...

Pues lo cierto, DULCINEA, es que el piño fue bastante divertido. Nunca había buceado con la bici, así que ha sido toda una experiencia.
No, no hay foto del malhechor.

Altea dijo...

¡Jo, pero qué envidiaaaa! Me encanta que la gente disfrute hasta con el barro por las narices.
"Vestido de malhechor", jua, jua! Oye, pues a lo mejor te podías haber ganado alguna propina poniendo la mano a la puerta XD

Dulcinea dijo...

Psst, Altea, seguro que lo hizo pero no nos lo cuenta. Menudo es este topletrado. ;)

Benita Pérez-Pardo dijo...

Tienes el1 Blogger Thinking Award de MIs Jefes

Néstor dijo...

Ja, ALTEA, sabía que te gustaría... No se me ocurrió lo de pedir en la Catedral, porque conozco al "pobre oficial" y se mehabría enfadado... Pero me habría sacado unos euretes, sin duda.
Ay DULCINEA, siempre pensando bien de mi... Lo lamentable es que pocas veces te equivocas (pareces mi madre, leshe).
Muchísimas gracias BENITA. Esta misma semana nomino a mis blogs, en plan Risto-amable.

J. dijo...

Cada vez que léo tus odiseas ciclistas me entran unas ganas locas de descolgar la bicicleta. Eso sí, con la misa oída. Y confesado...

maria jesus dijo...

Excursión inolvidable, para contar a los nietos delante de la chimenea.Te he conocido en comentarios de otros blogs y me ha picado la curiosidad. Encantada de conocerte,un saludo